jueves, 23 de octubre de 2014

MALVAVISCO

Después de muchos días la melancolía vuelve y acosa
una felicidad efímera este día, la misma que ayer parecía que nunca desvanecería
proyectos llenos de propósitos, metas apiladas para alcanzar un sueño
una vieja pero nueva mano amiga me arrastra en un recorrido de lo que fue mi vida
y en conclusión: por más que alumbre el sol siempre una sombra me cobija.

Y se pensará en una sombra cálida y fresca,
ahora que lo pienso en verdad lo es, ¿o no lo es?
cómo saber lo que te abona y rechazar lo que te resta
cómo inventar una operación de Baldor para desenrollar lo simple
como decir te amo sin herir.

Y es el amor tan grande que en el todo se encuentra inmerso
si amas sufres por un saludo, si amas suspiras con sus suspiros
si no amas todo pasa inadvertido, así que primero no amo y luego llegará el olvido.
Como entonces me vacío y me lleno de malvaviscos
esos esponjosos dulces deliciosos que pasan inadvertidos.

Y es que entre todos los dulces nunca compro malvaviscos
quien ha puesto en palos alargados a los rechonchitos bajo el frío
sobre el fuego que derrite, o el chocolate que los baña
en una taza grande para recogerlos de dentro con cuchara.
Bendita sea no es ella un rechoncho malvavisco para comerla y desaparecerla.

miércoles, 15 de octubre de 2014

ENTRE UN CIGARRILLO Y UN CAFÉ

Transcurren cinco minutos del reloj
Algunas miradas para aterrizar alrededor
El café más una pastelería / dos corazones, uno de fantasía
Trozo de Selva Negra compartido y un par de Mokachinnos.
Dos de orejas a una boca, una voz teje aquel momento
Tarde de amigos con besos frustrados y a la partida un hipócrita abrazo
El nudo de mi garganta abrocha los cordones de sus zapatos en marcha
Ella pensando en su alcoba, yo padeciendo la lóbrega despedida.

El lugar ya es nuestro, cada mesa es un próximo encuentro
La carismática dama de antaño con una sonrisa aviva la entrada, 
La memoria no es suficiente para capturar cada detalle
Del sitio que desde el primer día fue nuestro
Otro café con sabor a viejo y yo cavilando los mismos besos
Su altivo ego me amedrenta entre sonrisas que me tientan
No es un beso apasionado ¡lo quiero porque la quiero! ¿¡Por qué más diablos!?
El cigarro fenece y su belleza en el humo desaparece.

Planes de Himeneo acusados por la culpa
Discusiones con extraños al exclusivo apego
Son como palabras esparcidas en el viento
Es el viento un mal aliado no las lleva al oído de su ego.
El café con mucha azúcar sigue amargo,
El cigarro que a la garganta raspa es nepente del desasosiego
Ese mismo que no daña pero oscurece el alma.
Ella ahora no se encuentra, no se encuentra ni se halla.

Entre un cigarro y un café puede una vida perecer,
Una historia ser contada, un cuento ser narrado,
Un poema ser escrito y ese mismo recitado
Un deseo ser vencido, un sentimiento revivido.
Entre un cigarro y un café puede ella aparecer,
Algunos besos recoger, pocos minutos para perder,
la sapiencia ser razón, el orgullo bajar hasta el talón
Una mirada sin palabras a un arrinconado y ciego amor.



martes, 14 de octubre de 2014

EL CUERVO - EDGAR ALLAN POE

A continuación quiero transcribir este hermoso poema del reconocido poeta y escritor Edgar A. Poe (1809 - 1849) en atención a que considero son diez minutos de lectura que no tienen ninguna perdida, seguramente esos minutos se multiplicaran cuando puedan las ganas de repasar nuevamente la lectura, el sentimiento del melancólico dolor impreso en cada oración del poema por su autor. 


EL CUERVO* - EDGAR ALLAN POE

Érase una noche sombría, cuando cavilaba, febril y fatigado,
Sobre antiguos y curiosos tomos de un saber ya olvidado
Mientras cabeceaba, casi dormitando, súbitamente llegaron tocando,
Como alguien suavemente llamando, llamando a la puerta de mi habitación
"Será algún visitante", musité, "tocando a la puerta de mi habitación
Sólo esto, y nada más"

Ah, lo recuerdo claramente, transcurría el glacial diciembre;
Y cada chispa desfalleciente proyectaba su fantasma sobre el suelo.
Ansiosamente esperaba el amanecer - vanamente intentaba distraer
Con mis libros la pena de mi ser - pena por la ausente Leonor
Por la singular y radiante doncella que los ángeles llaman Leonor
Sin nombre aquí por siempre jamás.

Y el sedoso, triste, incierto crujir de cada purpura cortina
Estremecióme - colmándome de monstruosos terrores nunca antes sentidos;
En aquel momento, para calmar el latir de mi corazón, me detuve repitiendo
"Será algún visitante pidiendo la entrada a la puerta de mi habitación
Algún visitante nocturno, pidiendo entrada a la puerta de mi habitación;
Esto es y nada más".

Al fin mi alma cobró valor y sin mas vacilación, dije:
"Señora o señor, sinceramente imploro me perdone;
Pero estaba dormitando, y tan suave usted llamando,
Y tan débilmente tocando, tocando a la puerta de mi habitación,
Que supuse que soñaba" - aquí abrí la puerta de par en par;
Noche absoluta, y nada más.

Asomado, entonces, a la negra noche, largo estuve cavilando, temblando, titubeando,
Sumido en sueños que ningún mortal ha osado soñar;
Pero el silencio no fue perturbado, y la oscuridad no fue alterada,
Y la única palabra allí pronunciada fue el susurro de su nombre: "¡Leonor!"
Esto dije en un susurro, y del vuelta un eco murmuró: "¡Leonor!"
Apenas esto, y nada más.

Ya en la habitación de nuevo, con toda mi alma en fuego,
Volví a escuchar un toque, algo más potente que el anterior.
"Pareciera, pareciera ser algo en el marco de mi ventana;
Dejadme ver entonces qué se avecina y explorar este temor
Calma un momento tus latidos, corazón, y ponle fin a este temor;
Será el viento, y nada más".

Súbito abrí el batiente; y con altivo revoloteo
Ingresó un erguido Cuervo de sacro tiempo inmemorial.
No mostró el menor respeto; no titubeó un momento;
Con ademan de noble ancestro, sobre la puerta se posó
Se posó en el busto de Palas, encima de la puerta de mi habitación
Inmóvil se quedó, y nada más.

Entonces aquel pájaro de ébano sedujo a sonreír a mi tristeza
Con el grave y severo decoro del semblante que vestía,
"Por tu cresta trunca y pelada puedo ver que no temes a nada,
Fantasmal y torvo Cuervo antiguo, vagabundo de la orilla de la Noche
¡Dime qué ilustre nombre llevas en la orilla de la Noche de Plutón!"
Contestó el Cuervo, "Nunca más".

Perplejo dejóme el pajarraco de mala muerte al oír de su pico palabras tan corrientes,
Si bien poco sentido - poca relevancia tenía su contestación;
Pues a bien hemos de conceder que bajo la luna ningún ser
Ha visto jamás aparecer ave tal sobre la puerta de su habitación
Ave o bestia sobre el busto esculpido justo encima de la puerta de su habitación,
Con un nombre como "Nunca más".

Pero allí posado, el solitario Cuervo sobre el plácido busto, dijo sólo
Esas palabras, como si en ellas su alma entera derramara.
Nada más musitó entonces - ni una pluma levantó
Cuando dije en baja voz: "Otros amigos han volado antes
Mañana él me dejará, como antes ha volado mi Esperanza".
Dijo el Cuervo, "Nunca más".

Meditando sobre la quietud alterada por respuesta tan apropiada,
"Sin duda", dije, "este estribillo es lo único que sabe recitar.
Aprendido de algún amo de adversa suerte a quien la sombra del Desastre
Siguió por lares y penates, y cuando la Esperanza fue a invocar
Acudió severo el cruel Destino, en lugar de la dulce Esperanza que había osado invocar
Esa triste respuesta, 'Nunca más'"

Forzada aún mi alma triste por el Cuervo a sonreír,
Deslicé un sillón con ruedas frente a puerta, busto y ave;
Dejándome caer entonces sobre el terciopelo suave, me dispuse a encadenar
Fantasía tras fantasía, por saber qué pretendía esta negra ave de antaño
Esta torva, tosca, inmunda, enjuta y siniestra ave de antaño
Al graznar, "Nunca más".

En estas conjeturas me ocupaba, mas ni una sílaba expresaba
Al pajarraco de ojos ígneos que ya prendían fuego a mi corazón;
En estos y otros temas cavilaba, con la cabeza suavemente apoyada
Sobre la orla aterciopelada que la lámpara desdeña con su luz,
Pero en esta púrpura orla aterciopelada que la lámpara desdeña con su luz,
Ya ella no hundirá su rostro, ay, ¡nunca más!

Luego parecióme que el aire tornóse denso, perfumado por invisible incienso
Balanceado por ángeles cuyo leve caer de pasos tintineaba sobre el abullonado suelo.
"Mísero", exclamé, "tu Dios te ha otorgado - por estos ángeles él te ha enviado
Alivio - alivio y nepente de tus memorias de Leonor;
¡Bebe, miserable, de este buen nepente y olvida a tu ausente Leonor!"
Dijo el Cuervo, "Nunca más".

"¡Profeta", dije, "ser del infierno! - ¡profeta aun si eres ave o demonio!
Mensajero del Tentador, o náufrago de la tempestad sobre esta orilla,
Desolado y aún impávido, en esta estéril tierra encantada
En este hogar por el horror embrujado - te suplico, dime la verdad
Existe - ¿existe bálsamo en Galaad? - ¡dime, dime la verdad!"
Dijo el Cuervo, "Nunca más"

"¡Profeta", dije, "ser del infierno! - ¡profeta aun si eres ave o demonio!
Por el Cielo que se inclina sobre nosotros - por ese Dios que adoramos los dos
Dile a mi alma de pena cargada si en el Edén lejano
Asirá entre sus manos a la Santa Doncella que los ángeles llaman Leonor
Si asirá entre sus brazos a la singular y radiante doncella que los ángeles llaman Leonor"
Dijo el Cuervo, "Nunca más".

"¡Sea esa palabra nuestro signo de partida, ave o demonio!", chillé enfurecido
"¡Regresa a la tempestad y a la orilla de la noche de Plutón!
¡No dejes pluma ni vestigio del engaño proferido!
¡Deja el busto sobre mi puerta! - ¡Deja intacta mi soledad!
¡Larga tu figura de mi puerta y saca tu pico de mi corazón!"
Dijo el Cuervo, "Nunca más".

Pero el Cuervo imperturbado, sigue sentado, sigue sentado
Sobre el lívido busto de Palas en la puerta de mi habitación;
Y sus ojos son los ojos de un demonio que está soñando,
Y la luz de lámpara sobre él manando derrama su sombra sobre el sueño;
Y mi alma de esa sombra que se esparce sobre el suelo
No será librada - ¡nunca más!


Febrero, 1845


Traducción de Juliana Borrero y Giselle Mazuera en el libro Narraciones extraordinarias - Edgar Allan Poe

*Título original: The Raven.



Comentario personal: En este memorable poema Poe deja ver su faceta mas desgarradora fiel reflejo de la ausencia de su tuberculosa amada, el vacío en su litera, el olvido de Dios a su destrozada alma en una nube de opio e imaginación, un pajarraco que vocifera la verdad que él sabe en su interior y que exterioriza en el ave para su azote: ¡nunca más! la volverá a ver, la podrá tener, la podrá olvidar. Porque una dama puede ser muza de la mas elevada pasión y verdugo de cualquier bonito recuerdo; el desconcierto al perder un amor nubla la sabiduría a la hora elegir y actuar: esto entiendo se refiere Poe en la expresión: "se posó en el busto de Palas". Espero lo disfrutes lector tanto como yo lo he hecho. Dejo tres vínculos en la transcripción sobre referencias literarias, bíblicas y de la mitología utilizadas por Edgar en su poema para una mayor compresión, eso sí, cada uno puede hacer de este poema suyo conforme a la percepción que se tenga del amor y su antónimo, según la luz o la oscuridad en el interior profundo de la individual imaginación.

Alguna vez escuche decir: "A Poe lo amas o lo odias", menuda invitación con este escrito a la primera ¿No?


K- PAX - GENE BREWER - RECOMENDACIÓN DE LECTURA

En esta ocasión quiero redactar lo que ocurre en mi interior y su exteriorización en el mundo de los objetos cuando termino de leer por primera vez un libro. Vale como recomendación, no pretendo echar un resumen y tirarme lo maravilloso que trae la comprensión de lectura en una concepción personal. Empecemos esta ramificación de lo que tengo por contar por ese personaje extraterrestre que no he dejado de querer llamado prot, así sin la primera letra en mayúscula:

“K-Pax” de Gene Brewer

“Mi querido Gene” así llama el protagonista de esta corta novela a su médico tratante y relator de la historia. Prot es un tipo fuera de este mundo, una palabra que se me ocurre para describirlo todo es simplemente ¡genial! Su robusto conocimiento y la humildad en sus palabras te llevan a reflexionar sobre cuestiones del día a día, a repensar la historia de la humanidad, a evaluar lo que estás haciendo con tu vida, a restar importancia a los problemas que te agobian, a ver lo hermoso de en los detalles más comunes de tu alrededor. Este tipo no suelta una sola frase al olvido, sus pensamientos se arraigan en la cabeza de todos los que lo rodean, incluso del lector. No tiene un solo segundo de pérdida la lectura de este corto libro, lo nombro de primero porque con él retome un aspecto empolvado de mi conocimiento: la lectura. Gracias prot, un saludo allá donde quiera que estés.





































lunes, 6 de octubre de 2014

ALZHEIMER SELECTIVO

Primer rayo de luz sobre los ojos de un lunes en la mañana, siete nuevos ciclos de doce horas noche, doce horas día empieza. Las imágenes de un mal sueño paulatinamente desvanecen y los recuerdos de los sucesos más recientes irrumpen a poblar las sensaciones, la primera de dolor, este lunes es diferente, en varias semanas en que esta sensación de malestar ya no era espiritual, mi adolorido brazo trae a la memoria la actividad física desplegada la antenoche; dos segundos tardo en lo anterior, ahora interrumpe todo ella. Un sujeto de cuatro silabas, tres días desde nuestra enésima primera cita, dos corazones, un sentimiento: amor. Sonrisa a la nada, seguro si alguien me observa vería mi cara enternecida sutilmente atontada. La melancolía ya no es mi compañera de cama, este día me ha levantado la alegría con un beso en la frente, otro en la mejilla. De nuevo sonrío con la llegada de la nunca ausente melodía en mi cabeza:

-“Cuéntame el cuento del árbol dátil de los desiertos, de las mezquitas de tus abuelos. Dame los ritmos de las darbukas y los secretos que hay en los libros que yo no leo. Contamíname...”

Estoy hablando de ella; a esto he decidido llamarlo Alzheimer selectivo del corazón a la cabeza: dícese cuando ese musculo del tamaño de un puño bombea sangre cargada de besos, abrazos, de miradas. En mi caso para ser más exacto: de la fotografía a cuadro por cuadro de cada segundo del tiempo que pase a su lado, de ella bañada en ritmo y sabor, del calor de una canción de la que solo son testigos dos, de su frente en mi frente mientras bailamos, de sus manos agarrar mi cuello, de las mías recorrer su espalda, de dos cuerpos perdidos en un vaivén en perfecta sincronía al compás de un son cubano, ahora una canción de amor, libres de miradas, presos de la misma pasión; de esos vellos negros que protegen su delicada tez, la pestaña a punto de caer, de las pecas sobre su nariz extraña, de los tres lunares a la izquierda de su boca, la perfecta alineación en una misma dirección de esas depiladas cejas, su frente sin arrugas, sus ojos como estrellas que a lo lejos parpadean, el bulto ya sin agua en sus ojeras, de su mano en mi mano al atravesar las calles, su sonrisa que encandelilla la luz del parque, sus brazos sobre mi espalda, alrededor de mi cintura, su respiración cuando se exalta, el sabor de su humedecido cuello, de su atributo trasero sostenido con fuerza en una mano, de los dos centímetros que separaban sus labios de mis besos, de un pico largo a través de un cuadro, de su lengua al delinear mis labios y mis labios recordar sus piernas, de su voz callada cuando ama, del silencio mudo de su cuerpo en llamas, de su agitada emoción, de la realidad de esas dos noches, de las dudas para definir su lecho, de la ilusión del próximo encuentro, de la angustia de decir adiós; todo esto en mi cabeza no da espacio para nada, ¡no cabe más! Lo del pasado en el pasado, era todo como la primera vez, como si nunca sus labios hubiera rosado, su cuerpo apretado, como si en esa almohada con la que duermo abrazado nunca su aroma impregnado hubiera estado. La plenitud de su sonrisa venció a la melancolía de su ausencia. Me siento un hombre nuevo, veo más colores en el día, siento más aromas en el aire, nada me molesta, todo son tonterías.

Mi muza, ella, la misma protagonista del relato “Mi punto de vista”, solo que ya no soy “el simple Juan”, soy su Juan, su ladrón, su renovada alegría, soy por quien suspira, a quien no permitiría que partiera sin ella, sin su vida. Eso no es simpleza, es sencillamente todo, todo mi mundo sumergido en ella, mi esencia dueña de su existencia.

El corazón ha tomado su elección: con qué inundar a la razón. Qué se fue para olvidar, qué se queda para aprender, qué elige amar.

Comentario personal: solo preguntas: cómo olvide su hermosura, cómo desperdicie tanto tiempo sin besarla, cómo no me detuve a hurgar en su mirada, su sonrisa, en su voz. No existe un secreto para amar, siempre tiendo a lo sencillo complicar, a lo natural adornar, a lo puro opacar. Ella es eso, eso que amo sin nada más, así solita, la conocí sin nada: niña; pura y natural; solo es esencia; su sonrisa y un abrazo para regalar, y me enamoré. También la conocí completa: mujer; hermosa y esbelta; esencia, principios y experiencia; su empeño, su esfuerzo, su tiempo, su futuro, su cuerpo y su vida para regalar, y de nuevo me enamoré ¿Y ahora? Como la primera vez al verla, besarla, al tenerla, como la primera vez que lo hice en mi vida: me enamoré.


“Te conté mis planes y me respondiste. Ahora, enséñame tus decretos” Salmo 119-26

jueves, 2 de octubre de 2014

ZAPATOS DE GRULLA, ZAPATOS DE CHAROL

Cita en el psicólogo, el consultorio amplio de tonos neutros, cortinas gruesas, la luz entra filtrada. El ambiente cumple casi siempre con su cometido: relajación, la calma y el silencio invita a sentarse en el diván de los diálogos de paz. Lo primero que pide la profesional es la disposición de platicar, escuchar atentos, no interrumpir y ser sinceros. Los dos participantes de posición rígida poco a poco asumen las reglas de este juego cuyo nombre ya está escrito. Pequeña charla de introducción:

-“Con las reglas claras asumidas, en esta primera charla trabajaremos la correcta aplicación de la expresión: ponte en los zapatos del otro. La invitación es a recordar cada detalle sobre las situaciones y los comportamientos realizados por cada uno desde el momento en que dejaron de vivir juntos, en seguida, con el conocimiento que tiene el uno del otro forjado a través del tiempo que llevan de haberse conocido, asumir el rol de la única persona que te acompaña en esta habitación que no soy yo, yo no existo, soy la creación de una imaginación.” Dice la profesional en el tema.

La cara de los presentes como estatua, sus ojos perdidos, una mirada fija expresa el caudaloso río de información transportada en un segundo. La moderadora de esta franja de gaza da inicio al monologo, empieza como de costumbre, primero las damas:

-“Ubícate en el primer mes de separación, traslada tu mente a ese lugar, recuerda tus movimientos en el mundo físico y tus pensamientos en el espiritual. ¿Listo? Ya estas allí, ahora describe todo, no dejes escapar ningún detalle, cuéntame lo que te conmueve y lo que te acongoja. Empieza ahora…”

-“Estoy en casa de mis padres, como de costumbre mucho silencio, las voces que se escuchan son de los vecinos que viven en el apartamento arriba. Acostada sobre mi cama repaso mi antigua habitación hasta ayer deshabitada por humanos, en el piso algunas bolsas de basura en las que traje mis cosas, mucho desorden, mucho trabajo por hacer y la fuerza me hace falta, evito pensar en lo que paso anoche, estoy seca de tanto llorar, nunca había llorado así. Reflexiono en la idea de cómo el hombre que profesa amarme sin límites no se inmuta cuando le digo que me voy y por el contrario me invita a que por la puerta salga, me ayuda sin una lagrima en sus ojos a sacar todo lo que me pertenece que es tan poco, allá se quedó mi esfuerzo y mi empeño, todos los planes desechos, los hijos que imaginamos juntos ya son huérfanos. Se quedó lo que hasta ayer era mi futuro, media vida. Mierda, todo me duele, hasta ver los gatos pasar me afecta, la cara de consuelo de mi madre, los ojos sorprendidos de mi padre, el regaño de mi hermana, la poca compañía de mi hermano, identificarme con la soledad que sentirá mi tía. No tengo ningún problema físico, pero un nudo en la garganta el cuello me atora, en el pecho un incalculable vacío, si me golpeo seguro produce eco. Me es imposible pensar en actividades para hacer, para distraerme, los recuerdos de todo lo que paso rondan una y otra vez en mi cabeza, no se van, no me dejan en paz. No me acostumbro a mi pequeña cama, me siento como un huésped en el cuarto del hogar del que un día con ilusión me fui y en él la vida continuó sin mí. La poca autoridad que tenía allá acá es más escasa todavía, siento que mi presencia causa incomodidad, no quiero estar aquí y tampoco allá, quisiera desaparecer. Pasan las horas lentas, me ocupo en organizar como pueda mis cosas, sin embargo su cara plana como si no sintiera no me abandona, lo voy a ver ahora, me dice que viene en camino y una absurda sensación de felicidad me produce eso. Su cara me mira como si necesitara un consuelo, se le da esto tan fácil, no dice muchas palabras y eso no es lo que acostumbra, no se entera que mi alma se encuentra herida, que me siento destruida. Las primeras lágrimas de sus ojos se las causan ver mi ropa en una vitrina, y tan solo me pregunto si es que no ve la cara. No pasa mucho tiempo en anunciar su partida, no tiene tiempo para acompañarme ahora que ni siquiera dormiremos juntos, me duele. Me pregunto qué pensará de esto que está pasando, es evidente y claro en señalar como aprovechara su tiempo solo, no me encuentro entre sus proyectos venideros, dice no querer terminar las cosas pero su comportamiento me indica todo lo contrario, desechó todo lo que planeamos juntos y ahora ni siquiera se molesta en trazar lo quiere que pase entre los dos en un futuro próximo. Me pide que me distraiga cuando solo pienso en el próximo encuentro, me dice que salga con mis amigos si sabe los dejé a un lado de mi vida cuando la ocupo toda él, me pide que vuelva a ser la mujer que conoció cuando no entiende que ahora sufro y amo, eso antes nunca sucedió. Mientras tanto, él fiel a sus palabras aunque tiene tiempo libre no se molesta en acompañarme un rato mientras trabajo, en ser un pilar ahora que siento me derrumbo con el soplar de la brisa, en decirme que estoy bonita, en siquiera escribirme antes de acostarme sola. Las buenas noches al silencio le regalo, pensando en que siempre mañana será otro día. Me afecta de sobremanera ver su atención en imágenes de mujeres que no conoce cuando aquí estoy yo, real y palpable, lo peor es su actitud cuando lo hago, no entiende que su comportamiento no es el del hombre que quiero, no entiende que lo amo y que lo único que pido es su respeto. Sigue sin ver lo que llevo dentro y mis problemas, me brinda soluciones cuando solo quiero que se calle y que me escuche, solo me dice que exagero y que no es para tanto lo que pienso, me refuta y me confunde, profesa reflexiones subliminales donde me invita a que me rinda, que no es el quien hace bien a mi vida, que no espere sea el hombre que mis sueños cumpliría. Otro fin de semana en el que no va a estar, por más que me esfuerzo en una actividad que no conoce, una festividad nueva y distinta para él que deseo la viva, estar allí para ver su sonrisa sorprendida, nada evita que se marche, ninguna de mis muestras de deseo de que pasemos tiempo juntos lo hace comprender que lo quiero cerca, que lo necesito, que lo extraño y que lo amo como a ningún hombre he amado. No aguanto más con esto, no me identifico con la mujer que era, esa que no se arruga por el desinterés de un hombre, que ve lo hermoso en los pequeños detalles que deja el día a día, a la que el mundo cautiva en toda su expresión, a la que en las caras lindas de la gente de la calle encuentra historias inimaginables, la de pensamientos extraños y comportamientos efusivos espontáneos, la que siempre mete la pata con una inocentada, quiero volver a brillar, escapar del gris de los días que me ha dejado su efímera compañía, porque yo si soñé toda una vida a su lado. Siento que toda decisión que he tomado ha sido impulsada por sus actitudes, por las palabras vacías de lo que sentía, por ver lo mucho que desea ya no estar conmigo. Otra vez de visita en mi casa, ese día una venda que poco a poco caía ya solo un ojo me cubría, ese día me decía que sincero nunca ha sido, que una máscara había puesto para conquistar mis sentimientos, para que viera en él esa persona que solo él sabía cómo la anhelaba. Ahora me entero que se está viendo con otra persona, han pasado solo horas desde la última vez en que nos vimos, en las que tocaba mi pierna y mi espalda, yo sintiendo que me ama cuando solo me consolaba. Ya todo encaja, el filtro a mi visita en su casa, los fines de semana en que no estaba. Como es posible esto, no somos novios pero yo siempre lo respeto, mi corazón se siente tan saciado de sentimientos, mi cabeza rebosa tantos recuerdos que ni siquiera puedo imaginar con otra persona ir a cenar. Tengo que aclarar esto, decido llamarlo con la esperanza de encontrar sinceridad, no importa si me dice que es verdad, prefiero eso así me muera por dentro pero solo quiero la verdad, si no es así será un alivio pero tantas mentiras que me ha dicho no me dejaran confiar. Lo dicho, maldito el día que me metí con este hombre vestido de mentiras, su silencio y el poco interés en explicar con quién estaba no demuestra más que su maldad, como puede hacerme esto el hombre que me dice amar, como puede si yo no puedo un solo segundo dejarlo de extrañar. Pasan los días con este amargo en mi boca, sus mensajes nada dicen, a poco saben, no quiero que me explique cosas que no quiero escuchar, la mentira esta dicha, el interés en otra mujer es claro, el hecho está hecho y nada se puede reversar, la decisión está tomada respecto a él nunca nada más, ni mis besos ni mi tiempo, ni la amistad que pretende salvar, como puedo ser amiga de quien por lo bueno y por lo malo solo me hace suspirar, se mide en eso el sentimiento que esta situación le produce, un cero de un centavo, no le importa haberme destrozado. Es gracioso pero ahora en parte agradezco lo que pasa, pienso en que una luz asoma siempre en mi ventana todas las mañanas aun en la noche más oscura. Me quito la carga de la culpa, la posibilidad siempre abierta, las razones para intentarlo ya lo son para marcharme, ahora no me encuentro en medio de un te odio o un te quiero, tengo claro lo que debo, camino por donde quiero. De nuevo pienso solo en mí, en lo que me traerá el día, en los proyectos opacados, en ese amigo abandonado. Me siento como si un carro me hubiera atropellado, pero viva, pero camino, pero sano con cada paso, con cada día. Siento ese progreso poco a poco, voy a rehacer mi vida, aunque las cicatrices queden, solo de ellas de verdad se aprende…” Con esto concluye la hermosa dama, su voz quebrada, sus ojos en lagunas de lágrimas represadas.

-“A esta primera regresión la llamaremos colocarse los zapatos de charol: ese zapato fino, que se opaca si no cuidas a diario, que se rasguña con facilidad, frágil y delicado, busca llamar la atención, la más importante es la de quien los usa. Esos zapatos tenías puestos, no significa que hiciste algo mal, es un proceso natural en la ruptura tan abrupta de una relación de pareja. Todo te afecta y nadie lo comprende, lo que alguna vez no te afligía ahora te desangra lentamente. La frustración y la impotencia de no poder influir en la persona amada provocan la desilusión que te empuja lentamente al precipicio de la desolación. Solo quieres su atención y al encontrarla en otra parte te lastima. Eres tan delicada que necesitas un cuidado diario, que te contemplen y soporten, si no lo hacen poco a poco vas perdiendo esa luz que te ilumina, te opacas, te cubre con el paso de las horas la desilusión que causa el tiempo sin una solución. Tal y como zapato al pie, eres tú a él, no soportas que te diga lo que piensa en que te equivocaste, no si viene de su parte, solo recibirías criticas si vienen de otra voz. Ahora lloras mientras él calla. Solo al final de ese oscuro túnel por el que acabas de pasar caminas descalza, continua el ejercicio justo donde quedaste, relata que paso en adelante.” Explica la experta.

-“Me siento un poco más liviana pero fuerte, con la entereza para soportar cualquier descarga, no lo quiero ver, no quiero que derrumbe el edificio que ahora empiezo a construir. Fijo metas, planeo actividades, mientras camino hacia mi casa repaso detalles que no hice antes, mi alma ya serena pide a mi cuerpo que a través de los sentidos la enriquezca. No quiero ir a sitios conocidos, si con desconocidos pues siento que nunca vi cómo eran todas las personas que a diario me rodean, la idea de salir y distraerme me atrae bastante, al mirarme en un espejo ya no me desconcierto, veo una mujer nueva, bella y esplendida. No sé si estoy más linda, pero ahora otros lo notan, mi herido ego cuesta arriba consigue una bicicleta, el sol alumbra un poco más en las mañanas, la noche oscurece pero mi luz alumbra los rostros de los que me rodean. Mi sonrisa no fingida contagia motivación, de verdad estoy tranquila. Por momentos regresan los recuerdos, como un chubasco en un día soleado, se sienten poco tiempo, ya no dejan daño. Sus mensajes empiezan a llegar, los primeros algo cortos, me pregunto si se ha dado cuenta ya que la mujer a la que le habla no lo sueña más. No sé qué pretende, seguramente la amistad que un día me dijo no permitiría terminar, tal vez un regreso o una segunda oportunidad, pobre hombre si piensa que lo que hizo se puede perdonar. Su insistencia en verme me agobia, no entiendo si no comprende que no lo quiero escuchar, que todo se encuentra dicho, que no hay nada que alargar. Siento rabia ver que sus palabras aun me marcan, que me quedan rondando como la traslación de los planetas por mi mente, como moscas las espanto, parece que un oportunista tiene interés en ella entrar. La verdad es que no me interesa salir con alguien, disfruto mi soledad, eso de decidir con quién salgo hoy y con quien no es un privilegio, sin embargo me gustan sus halagos, me puedo dejar coquetear, siempre he sabido manejar a los hombres y dejar claro hasta donde los voy a dejar llegar. Cada mañana confirmo que dejarlo atrás es la mejor decisión que he tomado, me aterra donde pudimos haber llegado y no poder dar reversa entonces, perdí mi tiempo pero pudo ser más. Yo tan comprometida y él tan en lo del. Cada día que pasa me siento más convencida que todo fue una mentira, que una vez me tuvo se le olvido todo lo que pregonaba amar. Se acerca mi cumpleaños y pretende darme un regalo, como siempre busca comprar sentimientos con material superficial, es todo lo que tiene para dar, no quiero nada, nada que venga de él. En el día de mi cumple amanecí con flores de su parte, las que nunca me regaló en quince años juntos, así lo dice en la tarjeta, un mensaje a media noche solo un esfuerzo leve y al llegar a casa dos sorpresas más de su parte, la primera mi niña meneando sus caderas ¡Está hermosa!, pienso dormir con ella; la segunda un mar, un mar de recuerdos plasmados en las fotografías que imprimió, no es un regalo para este día donde solo quiero disfrutar, no puedo dejar que me invada la nostalgia y flaquee mi entereza. Tampoco quiero que en las imágenes que publique al mundo aparezca alguno de sus regalos, no me ha comprado, no me ha demostrado nada distinto, no merece la felicidad de un día, menos en este que es mi día. Quiero que me acompañe mucha gente en la noche, viejos amigos, los amigos de siempre, mis hermanos, todos el mundo si es posible, todos menos él. No sé si darle las gracias, no quiero que piense que ha cambiado mi pensamiento con lo que ha hecho, viene pronto por mi niña, a lo mejor aprovecho y se lo digo, así será algo casual, casi por obligación. Después de verlo no sé qué pensar, me mantengo en mi posición, pase la prueba de fuego, la confirmación de lo que lo acontecido era lo correcto, estar separados lo mejor para los dos. No quiero tropezar dos veces con la misma piedra, no permito volverme a equivocar porque hay cosas que no se pueden negociar, él a esta mujer de ahora no volverá a cambiar.” Mirada plana, voz firme, ningún punto de quiebre en su discurso, esta mujer parece ya no ama a ese hombre sentado a su lado en el diván.

-“Caminaste descalza un par de metros, fue donde encontraste los zapatos de grulla: resistentes, soportan uso y abuzo, no se detienen, los llevas al colegio, al trabajo y de esas jornadas siempre salen ilesos, sólidos para durar por mucho tiempo. Viste una salida y la tomaste, sanaste lo que más dolía, lo demás lo sanaría el tiempo pensaras, ahora eres firme, impenetrable, todoterreno para disfrutar el día, si te maltratan no te caes, todo puedes derrumbar, nada lo hará contigo en este momento. Esto significa tener puesto los zapatos de grulla, con los que ríes y disfrutas de niño cuando nada te afecta, con los que trabajas duro el día entero y si los dejas es por viejos. Ya te sientes tú, el mundo gira de nuevo en torno a ti. Ahora él llora mientras tú callas. Pero continuemos, cuénteme caballero, hagamos el mismo ejercicio con usted ¿Cuáles se pondría primero?” dice la psicóloga.

El hombre con la boca abierta, la mirada en el infinito como si en otro mundo su pensamiento se encontrara, tarda un poco en dar su respuesta, los de grulla dice, nada más; los segundos pasan, el silencio cubre el cuarto, toma la mano de su amada mientras dirige la mirada atónita a sus pupilas dilatadas y habla:

- “¿Por qué no me habías dicho eso? Dime cómo iba yo a saber que el tiempo que tuviste en tus pies unos zapatos, los otros yo tenía puestos. Perdóname mi corazón”

Una sonrisa en el rostro que se desvanece de la psicóloga mientras declara en voz declive a los oídos de la pareja perdida entre una mutua mirada:

-“Con eso terminamos de momento, me alegra haberlos ayudado. Nos vemos en la próxima…”

Comentario personal: tres puntos suspensivos: cada quien puede poner una fecha o evento de regreso al hipotético diván, no necesitas un psicólogo que te diga lo que está bien o mal, la oración, la fe en Dios, un camino juntos en un triángulo de amor depositado en Él, porque es eterno y nunca te defrauda, tu amor siempre estará intacto, tu decisión de amar permanece aunque alguno de los dos un día no esté más. Te invito lector a hacer este ejercicio siempre, en tu casa con todos los que en ella habiten, en tu trabajo con cada uno de tus compañeros, en la calle mientras caminas y divisas una persona cerca. Si tienes un problema encontraras la solución, si tienes dudas a lo mejor una certeza, si te sientes pleno veras vacíos, si tienes la mente en blanco, en los zapatos del otro, de quien sea, encontraras una vida con problemas parecidos, con alegrías muy diversas.

miércoles, 1 de octubre de 2014

EL FINAL EN UN PRINCIPIO, TU PRINCIPIO MI FINAL

Hoy el primer día de octubre, el final, ya son cincuenta y dos en los que la cama sigue vacía cubierta por el polvo en la parte en que termina mi brazo izquierdo mientras repaso el techo. Esta madrugada mientras dormía invado el ecuador del colchón, algo me perturba, no me deja descansar, despierto y solo siento vacío. Señor llénalo de fuerzas.

Primer día del mes, ya son sesenta y uno desde la última salida en la que celebré esta fecha, fue en un bar-restaurante al que nunca había entrado, de plato unos nachos desabridos, algunas fotos en la cámara que no se manejar, poca tolerancia en el ambiente, palabras incomodas que en segundos se olvidaban. Luego de la cena por qué no bailar, un lugar conocido donde se pasó un rato agradable aunque con una queja de moño por detalle. Segundo viernes de la trilogía de una despedida, la noche joven y la música anima. En el lugar el calor los poros abre y la salsa, el guateque, el son entran vibrantes sobre la húmeda piel de los que estrechan poco a poco la pista de baile. “Negra vente pa acá que ya no puedo más, toy muy lejos de ti y tu en la Habana bailando pa poder olvidar, como quieres que no me consuma todo el día fumando hachís si no me meto na de na, casi na en la nariz… y cómo quieres que no te discuta tantas cosas de amor oye si de repente te digo vente y tú no vienes, ¡Que no! ¡Que no! Vente, vente negra vente pa mi continente…” vibra mi cuerpo con la canción, pelos de punta, una mujer entre mis brazos, perfecta sensación, acaso no viene la plenitud llena de felicidad en movimientos de dos caderas al danzar el ritmo que escuchas desde la cuna, que a mi madre como droga le hace falta cada quincena. El mismo ritmo, parecido el son, salsa cubana para matar la tensión de un trago de ron blanco con hielos y limón, un subidón de ritmo con cada canción. La mirada de una mujer molesta, hora de irme, casi una hora transcurrida de la madrugada del siguiente día, vámonos para casa, acabo ya la función sin remate en el colchón.
Las primeras quince horas del mes de las brujas, hace unas dos mil doscientos ocho era martes, no recuerdo nada en absoluto de ese día, olvide aquella foto acordada para ese primero de cada mes como en todos los anteriores, en algunos si la rutina lo permitía: una sonrisa en la pantalla de un celular con destino a la carpeta digital de un aparato con inteligencia artificial.

(¡Día de mierda! Una efímera felicidad de un saludo, se marchó con tanta prisa, como si los dedos pesaran al escribir, como si el sentimiento escaseara para redactar, como si importara una mierda mi compañía. Se presentan oportunas las palabras que motivan este párrafo, no soy opcional, no soy para cuando no haya nada más. Sentado frente a un escritorio, 15:21h, personas a mi alrededor, nadie sabe que me he roto, tampoco me hace falta que se enteren, mas lastima de la que me siento no soporto. Olvidar no es mi intención, dejar de amar sí mi elección. Cancelo reserva en el restaurante trasportado de la imaginación a la realidad, un paraguas de techo, perfecto para una ocasión tirada al trasto; por segunda vez pongo reversa el regalo que en un cumpleaños quise dar, así en pasado porque la tercera no es la vencida, porque nunca más quiero verla.)

Después del paréntesis continuo con la idea que venía, hago la cuenta de los días hasta la fecha trascurridos de aquella celebración, son doscientos setenta y tres exactos, en un lugar de clima frío, mi familia paterna los anfitriones, el ambiente esperado: música decembrina, trago, carne, risas, niños, viejos, burlas, un perro gigante, un sofá abandonado. De la noche si quedaron fotos, también queda sobre la puerta de un armario el detalle que regale de aniversario en el que faltaron las palabras que hoy se desbordan de mis manos; quedó sobre el sofá abandonado la celebración por un nuevo año: cinco minutos de un orgasmo, posición incómoda, apura la prisa de una visita, revientan las ganas de mi pantalón. La emoción de un año compartido, una fecha esperada confieso el primerito de los días no imaginaba con esa compañía.

Penúltimo párrafo, se divisa cerca un final, son demasiadas horas para escribir la cifra. Seiscientos seis ciclos de 12 horas de noche y 12 de día, treinta los transcurridos desde el “sí quiero”, momento de gozo y armonía, todo era un cuento y aunque era poco tiempo ya la mujer que me acompañaba en mis fantasías de un futuro enmarcado en oro había sido mía, yo su único hombre, no puedo seguir presumiendo esto. Un ser súper poderoso al ver su mano tomar la mía, las ansias de la noche en una cama se desatan: su cuerpo sobre el mío, sus senos saborea la inconciencia, nubes esencia de vainilla, su piel como un durazno, delicadas y excitantes, un Big Bang entre mis piernas, la sangre irriga hormonas, su cuerpo invita a que en él pierda toda fantasía, mi boca no es suficiente para probar toda su existencia me decido por mi preferida: su entrepierna; sumergido entre sus besos, las dos manos no me alcanzan para contemplarla y sostener mi cuerpo, una hace doble esfuerzo, la otra libre descontrolada agarra fuerte una nalga, mi cadera en dirección hacia su vientre como llave a su cerrojo entra mi deseo para desatar sus miedos, para culminar la entrega física, uno en el otro por siempre para siempre, por si lo intentas olvidar.

636: día uno, hora cero, es el principio de este relato entre tú y yo que hoy acaba, no lo voy a describir, la desilusión que me acompaña no me da, seguro en un minuto podría despedirme o alguna reflexión para dejar, un broche de oro a los sentimientos de ese día por escribir y las culpas venideras sin perdonar, pero lo siento no mereces un segundo, ningún esfuerzo más. Se titula el principio del final, tu principio: de una nueva vida donde ya no voy a estar; mi final: para esta historia en la que no quiero repetir un te quiero más. Nuestro primer día juntos, lo último para contar de lo que quiera que haya sido esto que hoy llego al final.

Comentario personal: si tienes dudas no me hagas ese mal, no me busques porque ahora si te nombro en adelante solo será para dejarte atrás.


01 de octubre de 2014 – 16:52h

martes, 30 de septiembre de 2014

DILUVIO ETERNO

Una mañana mientras llovía
aparece el deseo de verla entre las sabanas.
La almohada evidencia mi agotada lujuria
testigo de la sobra que dejaba.
Un sueño efímero su mirada ardiente,
invierno en llamas que se apagan
en los charcos que sus ojos guardan.

Una tarde cuando llovía
el cristal del carro se nublaba,
labios carnosos que la piel contemplan
mi respiración agita / el temor en su mirada
prisa y ansias / temor y ganas.
El miedo se convierte en osadía
dos testigos de un recuerdo
ahora un karma de mi juego.

Una noche que llovía
la luz se esconde en su guarida,
una cama llama aquellas almas
excitación oculta / sus ganas en silencio
y una luz tenue que en el cuarto oscuro dibujaba
lo desconocido de dos cuerpos mientras aman.

Esta madrugaba cuando no llovía
la casa maldita y vacía de alegría,
el vaivén de esa cintura que se agita

es ya un pensamiento obsceno.
Las sombras delinean tu figura
y es esa presencia todo un riesgo,
poco de cordura sobre un filamento
la culpa censura mi locura
una puerta abierta es mi tormento.

Lluvia que ensordeces cuando caes
no me traigas su consuelo
solo devuélvela a mi cuerpo
gota a gota en un diluvio eterno.

MI PUNTO DE VISTA

El relato de una historia con dos protagonistas, son los mismos hechos pero distintas perspectivas, te presento aquí mi punto de vista.

Yo soy Juan, simple, a secas, solo Juan, tengo diez años, ahora me gusta pasar el día jugando en mi Super Nintendo, futbol descalzo en la banca de cemento afuera de mi casa, dar vueltas por el barrio en bicicleta con un icopor enredado entre las llantas, aventurarme a las orillas del rio, pasar el puente de la carrilera sin mirar el vacío, la casa del árbol que nunca tuvo casa, los patines en línea culpables de muchas burlas, las niñas aun no me preocupan. Tengo diez años repito, desde la fecha en la que los celebro faltan unos tres meses para dejar un año escolar atrás y de nuevo a la expectativa, la emoción de situaciones tan simples, tan llenas de alegría. La primera comprar los útiles escolares del siguiente año, escoger la caratula de mis próximos cuadernos, un portaminas, un nuevo morral; la segunda pensar en los compañeros que conocería cuando terminara la aventura de verano. La rectora nos comunica que quien asegurará el cupo para el próximo año de estudios lo incentivaban (de una manera poco convencional y bastante subliminal) plasmando su nombre completo, con ambos apellidos, al lado el grado al que pasaría, en una pared expuesta a la salida del colegio. En estos últimos días de quinto, a eso de la una, hora de salida, me gusta observar aquella pared que muchos nombres tiene en busca de quien entraría el próximo año, a quien iba a conocer, unas inexplicables ganas de adelantar el día en el que de nuevo vería a mis amigos, a los compañeros nuevos. Día normal, después de clases una parada en el muro (la primera red social que conocí), un nombre, el de una niña, grado escolar entre paréntesis (6) ¡sexto! no le daba forma humana a su nombre y apellido, la quiero conocer.

De nuevo yo, Juan, los mismos diez años y unos meses más de vida, mi primer día de clases: saludos, historias, risas, ninguna cara desconocida. “¿Qué paso con esta niña? Esa, la de apellido comestible” alzo hombros, ni idea, quien sabe que le pasaría.  Pasa un mes, sin punto aparte, un aviso el salón recibe: “muchachos entra una nueva compañerita”. Es ella, eso creo, corriendo hacia la puerta junto con otros entrometidos entre empujones asomo y observo tres caras pálidas, una de las dos niñas de cabello ondulado, el niño con cara tímida y la otra, a quien llamaré “Ella”, de pelo liso y corto con la sonrisa en sus ojos entreabiertos, como los de una chinita. Entra a clases, la presenta la rectora: “niños ella es su nueva compañera, preséntate…”, sabía que era ella, la niña de la pared, lo sabía.

“¡Juan! tienes que hacer de Romeo, improvisa algo, te figuro mijito” una profe me decía mientras a la idea me hago que el principal papel tengo, aunque Julieta (la de los ojitos chinos con el cabello ahora un poco más largo) no me gusta, pero soy Romeo, ¡qué más da! Estoy en séptimo grado, hoy se presenta una obra de teatro “Romeo y Julieta” y un personaje absurdo me había tocado, de no ser porque el que hacía de Romeo le dio miedo darle un besito a Julieta delante de todos. Como nada me sé de las frases del héroe, me figuró leer, ya el escenario lo manejo, cuantas veces no he dicho poesías, solito solo. Ya en la faena improvisaría un poco, Julieta impecable, se lo sabía todo. Pienso en que se ve muy bonita la verdad, ahora se viene el beso, de nuevo, me figuró. Me preocupa un poco que la chica de octavo que me gusta se enoje, pues ella no me besa, pero mantengo la esperanza de que pronto lo haga. Más cerca el esperado beso, era el final de la obra, aforo total en el patio del colegio, grandes y chicos en círculo a mi alrededor mientras sostengo a Julieta, tomo el veneno, ella ya está muerta, tiene el color de piel y todo, ¡qué buena actriz! (se debería dedicar a esto). Preparado para besar en 3, 2… miro su boca, está totalmente quieta, pienso: “¿si la beso le gustará?” Nunca hablamos de eso la verdad, a lo mejor y se enoja, mejor respeto y busco otra opción, que los labios algo los separe, no hay nada a mi alrededor, solo silencio, suspenso. Con una mano sostengo su cabeza, con la otra, nada, ¡esta es! Pongo mi mano en su boca y de seguido un beso sombre los nudillos. “NOOOOOOOOOOO” exclama el público en un grito ensordecedor, unánime y decepcionado de la mejor escena de la obra literaria de romance en la historia de la humanidad que yo acabo de ridiculizar, solo me rio y pienso: “Mierda, ahora que digo” miro a Julieta, esta reída pero en sus ojos tenía esa(que no sabes describir exactamente) expresión me hace sentir un bobo, le hubiera dado un beso, seguro otra sonrisa tendría (tal vez de pena, no imaginaba lo mucho que me iba a arrepentir de esto, pudo haber sido nuestro primer beso, como el de Romeo y Julieta: para la eternidad). Elegí cambiar la historia, a todos le dije que cuando justo iba a darle el beso ella la boca estiro, con el deseo que yo la besara. Muchas risas, su cara enfurecida: “¡Mentiroso!”, funcionó.

Un día entre semana, a eso de las cinco de la tarde, voy en mi bicicleta, acabo de salir de entrenar futbol en las canchas de la piscina semiolímpica, paso en frente del estadio de la ciudad y veo gente caminando raro, como cangrejos con espadas, o bueno algo parecido a una espada, veo una niña en licra y camiseta blanca de cuello redondo, no recuerdo haberme fijado en un par de piernas antes, en las piernas de alguna mujer, me detengo, miro bien, que lindas piernas y lo mejor era como se veía la parte en la que terminaban, de abajo hacia arriba digo, no sus pies; unos segundos más, busco su cara, ¡sorpresa! La niña de ojitos chinos, la del cabello que ya no era corto y ahora la de las piernas lindas.

Octavo grado, un buen grupo, ando con mi combo, “me siento súper bien, motivado y listo para dar la ronda” (dice una canción de reggaetón de la época). Mis intereses similares, videojuegos, futbol y ahora: niñas. Ella está súper linda, ¿será el encanto que encontré en sus piernas? Hay dos compañeras que me gustan, pero ella, ella me gusta no por lo que me gustan las demás, era raro. Mi decisión ahora, decirle lo que siento, que sea mi novia, seguro no es tan difícil hacerlo, tengo la confianza y poca timidez para lograrlo. Comienzo con bromas tontas, con piropos camuflados entre burlas. No están funcionando. Alguien más se fija en ella, otro compañero, ¡otra vez no! Por segunda oportunidad el galancito este se me quiere adelantar con alguien que me gusta y lo peor, las dos se llaman igual, hijue!·$%&. Dicho y hecho, el galán gano, el gordo perdió. Van pasando los días, ella me sigue gustando, pienso que ya es demasiado pero me cuesta evitarlo, me gusta su sonrisa, como se le ve la falda del uniforme, me encantan sus carcajadas, me vuelve loco su indiferencia, muero por sus piernas. Me enamoré… Mierda, ¿será amor? No la puedo dejar de ver. Pienso en buscar ayuda, su mejor amiga, me dice que la ignore, que a ella le gusta que la traten mal, eso voy a hacer. Hoy, la perfecta ocasión, me encuentro sentado detrás de ella con el que me la arrebato antes (no entiendo por qué), voy a decirle que es una boba, que eso pienso de ella, la voy a conquistar con eso. Mala idea, no le escribí solamente boba, me pasé, la hice llorar y me siento fatal. Yo no soy así, yo la quiero y de esa forma la voy a tratar, un presente, completa incondicionalidad, le voy a demostrar que de verdad me gusta. Tras varias ocasiones en las que algo le regale, llego el primer rechazo, una pulsera de plata que mi mamá  me dio cuando le dije que una niña me gustaba y que la quería conquistar, demostrarle lo que siento; ella la rechazo, la ira se apodera de mis movimientos, frustrado tuerzo la pulsera entre mis manos y luego la lanzo al techo más cercano, incrédulos los espectadores, en especial el mono, de mi falta de cordura (la impulsividad que me caracteriza en su estado más puro). La rabia de solo un día, con verla al siguiente todo olvido, soy un imbécil. Ahora no estoy solo enamorado, ya me veo desesperado por conquistarla, deje de hacer lo correcto y respetar hace un buen rato. Todavía en el mismo grado, octavo, 14 de febrero del año 2002 en la mañana, maquino un plan para robarle un beso, una artimaña de las más bajas, decirle que le tengo una sorpresa, que cierre los ojos y enseguida un beso sin esperarlo. Dicho y hecho, consigo ayuda, la mejor ayuda, de su confianza, ella le va a tapar los ojos mientras yo actuó, aprovecho un momento de distracción del salón, todos charlan, la alejo con mi cómplice, abro mi maletín y pido cierre sus ojos, nuestra celestina se los tapa y mi oportunidad en bandeja de plata, ella al principio muy seria, luego risueña, enseguida entre la prisa y la emoción el beso se lo zampo no en sus labios, sino en sus dientes, vaya primer beso… No se enojó demasiado, pero se nota que no le gustó. Aquel 14 de febrero para no olvidar. Octavo grado, con tan solo trece años me enamoré. Soy un precoz sentimental. Estos son tan solo unos pocos sucesos ocurridos en la mañana de mis días. Viene la tarde y con ella las ansias de verla, de escapar en moto a recogerla, de invitarla un helado, de robarle su tiempo, de no poder salir de casa sin pasar por la calle en la que vive, un policía acostado, creo que el que más veces he pasado por encima en mi vida, la esperanza de verla, de que pareciera un encuentro inesperado. A estas alturas del partido en muy poco tiempo no sé cuántas cartas le he escrito, los suspiros mientras la observo, no sé si fueron suficientes “te quiero”, estoy seguro son tantos como las veces en que un “no” salía de su boca. No entiendo por qué sucede esto, no soy el más atractivo, pensaba en que era un niño bueno, pero eso nunca gusta, gusta ser delgado, algo malo, algo que interese, para un hombre tierno mejor tener un peluche. Me auto diagnostiqué Alzheimer pasajero, la causa era ella, no entiendo cómo no me deja de hablar si prácticamente la acoso, pero ella siempre me sonríe, por qué diablos no lo deja de hacer… Recuerdo aquellas tardes en su cuarto cuando muchos pensamientos compartíamos, de ella nada olvido, todas sus palabras grabadas con tinta fina en mi frente amplia, para mencionar algunos en especial dos: en sexto cuando entró al colegio muchos niños le atraían, yo uno de su larga lista, no me importaba, eso me confortaba cada vez que la desilusión de un rechazo aparecía. El otro cuando soñamos niños un hogar de viejos, me dice que a mi lado se veía y que le agradaba. Como matar una ilusión si me dice esto, una promesa al aire: no importa cuánto tiempo pase, por ella esta y siete vidas más esperaré.

Llegaban las vacaciones de fin de año escolar, un espacio perfecto para olvidar, con trece años la calle me atrae, no verla todos los días lograba ocultarla de mi panorama.

Primer día de noveno, llego temprano al colegio como de costumbre, renovado, soy alguien nuevo, sonriente y con sucesos para contar a mis amigos en la mente. Llegan los primeros compañeros, llega ella entre ellos. El corazón pum-pum-pum-pum, electrocardiograma activo, a un buen ritmo, imagino que decirle ahora, como comportarme cuando ella observa. Que linda está, ahora era una niña popular, ya más compañeros la miraban, ya otras mujercitas, incluso las mujerviejas la envidiaban. Este va a ser un año prometedor. Segundo día, me levanto y en mi cabeza: “hoy voy a verla”. Tercer día, el mismo pensamiento. Cuarto, decimo, un mes, primer periodo académico, cerca diciembre, todavía el mismo deseo cada que despierto. No ha cambiado nada, sigo sintiendo lo mismo, impotencia, una angustia reprimida. Las cosas no se me están dando bien en este grado, tengo problemas de autoestima, el sudor moja mi camisa, el desodorante mancha las axilas de la camisa, aparece un mal olor que me angustia, no estoy bien, nada me sale bien, algunas niñas se burlan, escucho risas por detrás y siento todas son por mi problema, no es mi culpa, yo me baño a diario, la inseguridad aumenta y la autoestima más baja, esto es para querer la tierra escavar… Tardes de reuniones con mis compañeros, hoy vamos a una actividad de alfabetización en otro colegio, al finalizar vamos a casa de uno de ellos, jugar pico botella, me ilusiona lo que pueda pasar. Empieza el juego y esta el niño nuevo que se roba su mirada, turno para ellos, primer beso en mis narices, corto, bueno es un juego. Segundo turno, de nuevo para ellos, ¡que rabia!, sufre Juan, ahora es un beso más largo, sonrisas después de hacerlo, esto ya me está molestando. Después de un rato llega mi turno con ella, le daría un pico, ya todo se me olvida, me acerco, ella renuente, antes de poder besarla, termina el juego, mi mamá en la calle pita para que con ella me vaya, me siento fatal. ¡Que se acabe este año ya!, son más las cartas, son más las cargas, la ceguera, las ganas de no verla más son tantas como las de estar cerca de ella, de mantener en su casa, de hablarle, de llamarla, ahora soy algo como su mejor amigo, un infierno de mentira, oprimido y sin salida. Decidido, el próximo año no sigo más con esto, no aguanto más. Mi mente solo idea maneras de llegar a ella, busco sus amigas, a una profesora, que lastima doy, que arrastrado me muestro y lo poco que me importa, tan poco como me siento a su lado, no me la merezco, ella es perfecta. Su nombre y el mío escrito en todos mis cuadernos, sueños de un puberto (que buen título para un escrito).

Vacaciones, quiero olvidar lo que paso este año. Otro colegio me espera. Qué alivio siento, mi mente se despeja poco a poco, la veo de vez en cuando, soy fuerte y eso me ayuda.

Fin del bachillerato, fin del curso, pronto me gradúo. Pronto cada uno coge su camino, de este año escolar solo quiero mencionar dos recuerdos, el primero cuando me cuenta (por ser la mentira más grande que me he dicho: “su mejor amigo”) que le gusta alguien del mismo curso, de nuevo la resignación, aceptación y decepción. El segundo recuerdo: verlos juntos, la pareja del salón, dos locos perfectos el uno para el otro, dos personas que por momentos sentía odiar. Celos y envidia, ya que más da.

Me quiero ir, quiero escapar de esta realidad, renovarme en otro lugar, mi casa se encoge, la chica de mis sueños ni en ellos ya era mía.
Recuerdo tan solo una vez besarla porque ella lo quería, un premio de consolación a mi paciencia, mi constancia, el aguante, a la venda puesta cuando la miraba, en la poca razón que me gobierna cuando hablo, cuando pienso: porque esta ella todo el tiempo.

Tres años llevo ausente en otro país, a miles de kilómetros de distancia de sus encantos, de sus dientes blancos, de sus abrazos largos, de todo lo que me recordaba a ella. Algunas veces la he llamado, conservo la fotografía que alguna vez me regaló, donde aparecía con sus cejas gruesas, donde escribió lo que acordamos aquella vez en su casa: el 27 de octubre del año 2009 a las 4pm tendríamos una cita, nos veríamos en el tren de Chipichape para saber de nuestras vidas. No asistí a la cita, muy lejos me encuentro ahora.

De regreso a mi tierrita, ya no era el simple Juan, el mundo me arropaba con una realidad superficial, ya no escribo, ya no leo, ya no suspiro por nadie, ya no sufro por amor. Sin muchos deseos de verla, cualquier día que ocurriera estaría bien. La pienso muchas veces, siempre la llevo entre ceja y ceja, pero ahora en ocasiones sentía rabia. El día de mi cumpleaños, el primero cerca de mi familia aparece ella y mis dos más queridos amigos la acompañaban para acompañarme a celebrar otro año más de vida. Sobre los sentimientos de ese día una cadena los ata, intentado escapar pero ahora controlados, otros asuntos me importaban. Algo que imposible me parecía: su pureza, una felicidad infundada, agradecía que todavía la tuviera.

Hoy me informan de un reencuentro con los compañeros del colegio, ya en la noche es ella mi protagonista. ¡Que hermosa está! No entiendo como nunca la veía fea. Buena noche, nada en especial, aunque recuerdo cada detalle de su atuendo, pasemos al siguiente día. En la ciudad donde nos conocimos, estaba cerca en casa de su mejor amiga, oportunidad para verla. Salimos, charlamos, algunos abrazos, coquetería. ¡Dios Santísimo dime que no es mentiras! Por primera vez desde que la conozco esto pasa, no era ajena a mis halagos, su mirada todo lo decía. Me perdí, de regreso a octavo grado, las cadenas a los sentimientos sin candados, vi una puerta medio abierta, quería abrirla toda, por esa mujer me muero, por esa mujer todo lo daría. ¿Qué va a pasar ahora? No me suelo confundir con estas situaciones, siempre seguro de mi comportamiento, de nuevo el puberto conquistando, el simple Juan en escena, al asecho, a la espera de una oportunidad. Los siguientes días se resumen en una oración corta y literal: hoy si, mañana no. En una semana tal vez, no sé, seguro me dirá de nuevo que no, nadie sabía, ni siquiera ella, pero era la que decidía, mi decisión la tomé por allá hace mucho, ¿se aprovechó de eso? Ella me empujo al abismo de mi adolescencia luego lanzaba una cuerda, cuando cerca me sentía, ella la soltaba, no toda, pero me advertía. Pasamos un fin de semana de ensueño, paseo a un pueblo con mi leal amiga y su pareja, en un principio sin expectativas (mucha loción por si las moscas), sin saber lo que la noche me tenía preparado, al amor de mi vida, en su esencia más pura, para que viviera y sintiera lo que es agarrar un sueño, hacerlo realidad y no más fantasías. La noche juntos, bailamos delicioso, perdido en su sonrisa desde la pista hasta la cama en la que más tarde dormiría. Llega el momento esperado, ella sola, nada más que su respiración, oscuridad, siluetas, dando rienda suelta a los sentidos, su aroma me cubre, sus piel me eriza, su boca endulza la mía, besos extraños, solo placer sentía, todo lo daba, cada recuerdo, cada caída, cada carta la repetiría solo por ese momento, solo por tocar sus senos, solo por sentirla mía. Éxtasis, el sueño no podía con este clímax, en mi mente solo detener el tiempo, morir allí y vivir por siempre sin nada más que ella, que el sol no saliera, la vida entera la tenía entre mis brazos, respiraba de su aire, me alimentaba de sus besos, nada más pedía. El sueño en aquel lugar quedó, un recuerdo para siempre en mi mente: el día en que soñé despierto, como la primera vez en que creí tocar el cielo. Pronto todo terminó, ella como siempre tomo la decisión, una vez más un no, una vez más dolor, del amargo, esa palabra como ninguna otra me marcó (que ironía, me dice en estas fechas en las que escribo estas palabras que yo pretendo se haga todo en mis tiempos, cuando yo lo quiero). Las tardes en Kyna, las salidas de películas, ratos con amigos, el calor de su cuerpo en mi espalda sobre la moto, la noche en la rueda, la despedida de una amiga, todo para el recuerdo, ese baúl sin fondo y sin techo. Resignado nuevamente, llego de nuevo un cumpleaños, invitación de su parte, un lugar llamado Macondo (esperaba nunca fuera allí con otro hombre, una tonta y falsa expectativa). Primera vez en San Antonio, esa era ella, la de pocas palabras y lugares únicos. Cuando estuve minutos antes en su casa le pregunté si le afectaba el hecho de que con otra persona yo salía. Sus palabras como siempre cortas, no decía nada, siempre sonreía, para qué darme importancia, solo frases desconcertantes, que me impulsaban a tirar todo y de nuevo perseguir su sombra, a buscar tocar sus manos que no eran para un amigo, solo para su amado. Ese día me lo dedico a mí, me regaló su tiempo y atención, un gorro, un plato, un lugar, una canción. Fue genial (expresión de ella).

Pasa el tiempo, una nueva novia, es buena, pero no es mi anhelo. Todo el tiempo me encuentro convencido que un día más con otra mujer, era un día más lejos de ella. Las ganas de buscarla entre canciones y recuerdos no me abandonan, mi corazón es suyo, es difícil para esa persona que se encontraba a mi lado, seguro lo sabía, pero es algo con lo que doy por hecho cualquier otra distinta a ella padecería, padecerá. ¿Qué karma estoy pagando? No recuerdo abandonar alguien que me profesara un amor tan grande y que yo lo haya ignorado tanto.

Otro diciembre se asoma, de nuevo ella, la protagonista de esta novela, una salida, un rato alegre y al final un nuevo trago (ojala solo hubieran sido del café) amargo, ella espera pronto ver al amor de su vida sin comprender que a quien se lo decía todavía la aguardaba, había prometido esperarla toda su vida ¿Dolor? Ya me considero masoquista.

Finales de año, un “pico” de navidad apareció, una llamada pidiendo la sacara del lugar donde se encontraba con aquel amor de colegio, otra mujer lo acompañaba ¿Buscaría escapar? Nunca lo sabré, fue suficiente con desear mi compañía. Aquellos pensamientos no me perturban, no son muy altas mis expectativas esta vez, no se sufre sobre lo sufrido, no se olvida lo aprendido. Poco tiempo a mi lado cuento con tenerla, solo pienso en disfrutarlo, seguro que pronto se aburre, seguro un nuevo no de su boca saldría.

30 de diciembre del año 2012, celos malditos celos al ver un payaso sin saber lo que pretendía al buscar hablar solo con ella cuando se encuentra conmigo, pero bueno, no somos nada, que puedo decir; sin embargo ya no quiero callar nada, me decido y suelto el mismo cuento: “No me aguanto esta incomodidad de no saber que somos, planeaba pedirte mañana seas mi novia, pero esta situación lo merita”. Silencio, mirada al cielo perdida. Esta vez no fue un “no”, pero si algo así parecido.

El 2012 se fue hace unos minutos, 01 de enero (ese día mi vida cambio), 00:05 min, “¿Quieres ser mi novio?”… Todo lo que he escrito a mi cabeza: “no, no, no, no, no, no ¡dile que no!”. “Si quiero…” y lo que sucedió desde ese momento es historia para otro cuento, para otro día.

Hoy no me siento Juan, el simple Juan para ella, comencé a escribir a eso de las cinco, hace exactamente diez días fue su cumpleaños. ¿Por qué cuento esto? Porque ya no estamos juntos, este es mi punto de vista de lo que viví desde el año 1999 cuando la conocí, son hasta la fecha aproximadamente unos dos meses y quince años, al cual si le resto el tiempo en que una relación de amor nos unía, 589 días, son unos trece años, seis meses, 15 días de los cuales, aun dedicando el resto de mis días de insomnio, jamás terminaría de narrar historias juntos, las horas compartidas, las veces que la pensé, las veces que la soñé, las que imaginé estar juntos, en que las la quería odiar, en las que no podía dejarla de ignorar, en las que amé, de alguna forma u otra, distante y a centímetros, en mi mente o en mi vista, pero amé.

No podría sopesar en mis manos y dar un balance sosteniendo en una recuerdos tristes, en la otra los felices, fueron tantos e incontables los unos y los otros. No es una tragedia, tampoco una comedia, es solo una historia real para mí, es otra para ella. Razones para olvidarla muchas, pero las que me mantienen firme son más fuertes, son razones puras. Gratitud le debo, no por nada pienso en que hasta el final de mis días siempre será la mujer de mi vida, de mi espíritu cuando sea eterno.
La amé y no en pasado distante, estoy hablando de ayer, y ese día ya se fue, ya van 33 minutos transcurridos del 30 de septiembre de 2014, con poco tiempo para descansar, mañana todo continua y a ella con ganas de dejarla aquí atrapada entre estas letras, buscando sacar su hermoso cuerpo de mi cabeza para quizás, tan solo, algún día recogerla cuando su voz a mi corazón le diga: también te extraño, ahora escucha mi punto de vista.

Comentario personal: más personal que este relato un comentario nunca podrá ser. Por fuera de las líneas arriba escritas, quiero plasmar este sentimiento que me invade y es tal vez de impotencia y de saber que son mentiras. No quiero alardear por lo que he hecho por ella, no quiero que parezca prepotente e indignado pero pienso: muchas veces me sentí por debajo de su mirada, no digno para ser su amado, recuerdo que imaginaba el hombre que conquistaría su corazón sería tal vez un príncipe de esos de verdad, de esos que tienen clase y educación, de los que son atractivos por naturaleza, de los que su castillo se encuentra en un país lejano, de una cultura muy distinta, que la cautivara con la promesa de un sueño eterno a su lado, de ser ella su doncella. Tal vez no soy aquel príncipe, ni siquiera tal vez, soy un hombre tan alejado de esa realidad como la luna se encuentra del sol, sin embargo, aquí estoy al pie de cañón, de nuevo con la frente en alto, corrigiendo y enmendando con el perdón de Dios, aguardando su mirada, la verdad sigo esperando una disculpa, soportando su posición hasta que su ego se encuentre a tope y deje de buscar ser el centro de la miradas de otros hombres, cuando no solo tiene la mía, tiene mi alma, le regalé mi vida; sin embargo no soy ese soldado que se arrastraba en las trincheras buscando una salida, la que fuera, de amor o desencanto, buscando estar frio o caliente pero siempre me mantuve tibio. Por eso escribo estas palabras, por eso no descansa mi razón, porque no permito que sea ella quien decida el rumbo, porque ahora entiendo que el amor es una decisión, y así como a diario siempre elijo amarla, a diario puedo empezar a trabajar, no en olvidarla, pero si en no amar, no amar a Diana. Esa actitud desinteresada y un “ok, bye” ya no lo soporto, porque es o no es, porque ser o no ser si es la cuestión, porque ya no tengo quince años, porque no soy un desconocido, porque decir: gracias, lo mismo, discúlpame, que estés bien, cuídate, buena suerte, etc. cuesta tan poco, y si es muestras de cariño o de melancolía lo que se evita, esas palabras tan solo dicen lo que significan. Es ella la mejor mujer que he conocido, es ella la única que en mi vida merece cada segundo depositado, cada palabra escrita, cada noche en vela, cada día de mi vida. ¿Pero acaso no la merezco yo? El lugar que cada día sumergido en ella no me di, no por su culpa y sí por la mía, solo porque así lo permití, pienso dármelo ahora y si no es así, todo ese tiempo depositado que nunca pienso fue en vano lo vacío lo dejo libre para ella, la que sea el propósito de Dios en mi vida, para empezar de nuevo y sin exagerar una nueva historia.

“esto de no ser más / de terminarse
tiene algo de aventura o de presidio
del ocaso al acaso media un palmo
de la nada a la nada va una vida”

Como si nada – Mario Benedetti