Cita en el psicólogo, el consultorio amplio de
tonos neutros, cortinas gruesas, la luz entra filtrada. El ambiente cumple casi
siempre con su cometido: relajación, la calma y el silencio invita a sentarse
en el diván de los diálogos de paz. Lo primero que pide la profesional es la
disposición de platicar, escuchar atentos, no interrumpir y ser sinceros. Los
dos participantes de posición rígida poco a poco asumen las reglas de este
juego cuyo nombre ya está escrito. Pequeña charla de introducción:
-“Con las reglas claras asumidas, en esta
primera charla trabajaremos la correcta aplicación de la expresión: ponte en
los zapatos del otro. La invitación es a recordar cada detalle sobre las
situaciones y los comportamientos realizados por cada uno desde el momento en
que dejaron de vivir juntos, en seguida, con el conocimiento que tiene el uno
del otro forjado a través del tiempo que llevan de haberse conocido, asumir el
rol de la única persona que te acompaña en esta habitación que no soy yo, yo no
existo, soy la creación de una imaginación.” Dice la profesional en el tema.
La cara de los presentes como estatua, sus ojos
perdidos, una mirada fija expresa el caudaloso río de información transportada
en un segundo. La moderadora de esta franja de gaza da inicio al monologo,
empieza como de costumbre, primero las damas:
-“Ubícate en el primer mes de separación,
traslada tu mente a ese lugar, recuerda tus movimientos en el mundo físico y
tus pensamientos en el espiritual. ¿Listo? Ya estas allí, ahora describe todo,
no dejes escapar ningún detalle, cuéntame lo que te conmueve y lo que te
acongoja. Empieza ahora…”
-“Estoy en casa de mis padres, como de costumbre
mucho silencio, las voces que se escuchan son de los vecinos que viven en el
apartamento arriba. Acostada sobre mi cama repaso mi antigua habitación hasta
ayer deshabitada por humanos, en el piso algunas bolsas de basura en las que
traje mis cosas, mucho desorden, mucho trabajo por hacer y la fuerza me hace
falta, evito pensar en lo que paso anoche, estoy seca de tanto llorar, nunca
había llorado así. Reflexiono en la idea de cómo el hombre que profesa amarme
sin límites no se inmuta cuando le digo que me voy y por el contrario me invita
a que por la puerta salga, me ayuda sin una lagrima en sus ojos a sacar todo lo
que me pertenece que es tan poco, allá se quedó mi esfuerzo y mi empeño, todos
los planes desechos, los hijos que imaginamos juntos ya son huérfanos. Se quedó
lo que hasta ayer era mi futuro, media vida. Mierda, todo me duele, hasta ver
los gatos pasar me afecta, la cara de consuelo de mi madre, los ojos
sorprendidos de mi padre, el regaño de mi hermana, la poca compañía de mi
hermano, identificarme con la soledad que sentirá mi tía. No tengo ningún
problema físico, pero un nudo en la garganta el cuello me atora, en el pecho un
incalculable vacío, si me golpeo seguro produce eco. Me es imposible pensar en
actividades para hacer, para distraerme, los recuerdos de todo lo que paso
rondan una y otra vez en mi cabeza, no se van, no me dejan en paz. No me
acostumbro a mi pequeña cama, me siento como un huésped en el cuarto del hogar
del que un día con ilusión me fui y en él la vida continuó sin mí. La poca
autoridad que tenía allá acá es más escasa todavía, siento que mi presencia
causa incomodidad, no quiero estar aquí y tampoco allá, quisiera desaparecer.
Pasan las horas lentas, me ocupo en organizar como pueda mis cosas, sin embargo
su cara plana como si no sintiera no me abandona, lo voy a ver ahora, me dice
que viene en camino y una absurda sensación de felicidad me produce eso. Su
cara me mira como si necesitara un consuelo, se le da esto tan fácil, no dice
muchas palabras y eso no es lo que acostumbra, no se entera que mi alma se
encuentra herida, que me siento destruida. Las primeras lágrimas de sus ojos se
las causan ver mi ropa en una vitrina, y tan solo me pregunto si es que no ve
la cara. No pasa mucho tiempo en anunciar su partida, no tiene tiempo para
acompañarme ahora que ni siquiera dormiremos juntos, me duele. Me pregunto qué
pensará de esto que está pasando, es evidente y claro en señalar como
aprovechara su tiempo solo, no me encuentro entre sus proyectos venideros, dice
no querer terminar las cosas pero su comportamiento me indica todo lo
contrario, desechó todo lo que planeamos juntos y ahora ni siquiera se molesta
en trazar lo quiere que pase entre los dos en un futuro próximo. Me pide que me
distraiga cuando solo pienso en el próximo encuentro, me dice que salga con mis
amigos si sabe los dejé a un lado de mi vida cuando la ocupo toda él, me pide
que vuelva a ser la mujer que conoció cuando no entiende que ahora sufro y amo,
eso antes nunca sucedió. Mientras tanto, él fiel a sus palabras aunque tiene
tiempo libre no se molesta en acompañarme un rato mientras trabajo, en ser un
pilar ahora que siento me derrumbo con el soplar de la brisa, en decirme que
estoy bonita, en siquiera escribirme antes de acostarme sola. Las buenas noches
al silencio le regalo, pensando en que siempre mañana será otro día. Me afecta
de sobremanera ver su atención en imágenes de mujeres que no conoce cuando aquí
estoy yo, real y palpable, lo peor es su actitud cuando lo hago, no entiende
que su comportamiento no es el del hombre que quiero, no entiende que lo amo y
que lo único que pido es su respeto. Sigue sin ver lo que llevo dentro y mis
problemas, me brinda soluciones cuando solo quiero que se calle y que me
escuche, solo me dice que exagero y que no es para tanto lo que pienso, me
refuta y me confunde, profesa reflexiones subliminales donde me invita a que me
rinda, que no es el quien hace bien a mi vida, que no espere sea el hombre que
mis sueños cumpliría. Otro fin de semana en el que no va a estar, por más que
me esfuerzo en una actividad que no conoce, una festividad nueva y distinta
para él que deseo la viva, estar allí para ver su sonrisa sorprendida, nada
evita que se marche, ninguna de mis muestras de deseo de que pasemos tiempo
juntos lo hace comprender que lo quiero cerca, que lo necesito, que lo extraño
y que lo amo como a ningún hombre he amado. No aguanto más con esto, no me
identifico con la mujer que era, esa que no se arruga por el desinterés de un
hombre, que ve lo hermoso en los pequeños detalles que deja el día a día, a la
que el mundo cautiva en toda su expresión, a la que en las caras lindas de la
gente de la calle encuentra historias inimaginables, la de pensamientos
extraños y comportamientos efusivos espontáneos, la que siempre mete la pata
con una inocentada, quiero volver a brillar, escapar del gris de los días que
me ha dejado su efímera compañía, porque yo si soñé toda una vida a su lado.
Siento que toda decisión que he tomado ha sido impulsada por sus actitudes, por
las palabras vacías de lo que sentía, por ver lo mucho que desea ya no estar
conmigo. Otra vez de visita en mi casa, ese día una venda que poco a poco caía
ya solo un ojo me cubría, ese día me decía que sincero nunca ha sido, que una
máscara había puesto para conquistar mis sentimientos, para que viera en él esa
persona que solo él sabía cómo la anhelaba. Ahora me entero que se está viendo
con otra persona, han pasado solo horas desde la última vez en que nos vimos,
en las que tocaba mi pierna y mi espalda, yo sintiendo que me ama cuando solo
me consolaba. Ya todo encaja, el filtro a mi visita en su casa, los fines de
semana en que no estaba. Como es posible esto, no somos novios pero yo siempre
lo respeto, mi corazón se siente tan saciado de sentimientos, mi cabeza rebosa
tantos recuerdos que ni siquiera puedo imaginar con otra persona ir a cenar.
Tengo que aclarar esto, decido llamarlo con la esperanza de encontrar
sinceridad, no importa si me dice que es verdad, prefiero eso así me muera por
dentro pero solo quiero la verdad, si no es así será un alivio pero tantas
mentiras que me ha dicho no me dejaran confiar. Lo dicho, maldito el día que me
metí con este hombre vestido de mentiras, su silencio y el poco interés en
explicar con quién estaba no demuestra más que su maldad, como puede hacerme
esto el hombre que me dice amar, como puede si yo no puedo un solo segundo
dejarlo de extrañar. Pasan los días con este amargo en mi boca, sus mensajes
nada dicen, a poco saben, no quiero que me explique cosas que no quiero
escuchar, la mentira esta dicha, el interés en otra mujer es claro, el hecho
está hecho y nada se puede reversar, la decisión está tomada respecto a él
nunca nada más, ni mis besos ni mi tiempo, ni la amistad que pretende salvar,
como puedo ser amiga de quien por lo bueno y por lo malo solo me hace suspirar,
se mide en eso el sentimiento que esta situación le produce, un cero de un
centavo, no le importa haberme destrozado. Es gracioso pero ahora en parte
agradezco lo que pasa, pienso en que una luz asoma siempre en mi ventana todas
las mañanas aun en la noche más oscura. Me quito la carga de la culpa, la
posibilidad siempre abierta, las razones para intentarlo ya lo son para
marcharme, ahora no me encuentro en medio de un te odio o un te quiero, tengo
claro lo que debo, camino por donde quiero. De nuevo pienso solo en mí, en lo
que me traerá el día, en los proyectos opacados, en ese amigo abandonado. Me
siento como si un carro me hubiera atropellado, pero viva, pero camino, pero
sano con cada paso, con cada día. Siento ese progreso poco a poco, voy a
rehacer mi vida, aunque las cicatrices queden, solo de ellas de verdad se
aprende…” Con esto concluye la hermosa dama, su voz quebrada, sus ojos en
lagunas de lágrimas represadas.
-“A esta primera regresión la llamaremos
colocarse los zapatos de charol: ese zapato fino, que se opaca si no cuidas a
diario, que se rasguña con facilidad, frágil y delicado, busca llamar la
atención, la más importante es la de quien los usa. Esos zapatos tenías
puestos, no significa que hiciste algo mal, es un proceso natural en la ruptura
tan abrupta de una relación de pareja. Todo te afecta y nadie lo comprende, lo
que alguna vez no te afligía ahora te desangra lentamente. La frustración y la
impotencia de no poder influir en la persona amada provocan la desilusión que
te empuja lentamente al precipicio de la desolación. Solo quieres su atención y
al encontrarla en otra parte te lastima. Eres tan delicada que necesitas un
cuidado diario, que te contemplen y soporten, si no lo hacen poco a poco vas
perdiendo esa luz que te ilumina, te opacas, te cubre con el paso de las horas
la desilusión que causa el tiempo sin una solución. Tal y como zapato al pie,
eres tú a él, no soportas que te diga lo que piensa en que te equivocaste, no
si viene de su parte, solo recibirías criticas si vienen de otra voz. Ahora
lloras mientras él calla. Solo al final de ese oscuro túnel por el que acabas
de pasar caminas descalza, continua el ejercicio justo donde quedaste, relata
que paso en adelante.” Explica la experta.
-“Me siento un poco más liviana pero fuerte, con
la entereza para soportar cualquier descarga, no lo quiero ver, no quiero que
derrumbe el edificio que ahora empiezo a construir. Fijo metas, planeo
actividades, mientras camino hacia mi casa repaso detalles que no hice antes,
mi alma ya serena pide a mi cuerpo que a través de los sentidos la enriquezca.
No quiero ir a sitios conocidos, si con desconocidos pues siento que nunca vi
cómo eran todas las personas que a diario me rodean, la idea de salir y
distraerme me atrae bastante, al mirarme en un espejo ya no me desconcierto,
veo una mujer nueva, bella y esplendida. No sé si estoy más linda, pero ahora
otros lo notan, mi herido ego cuesta arriba consigue una bicicleta, el sol
alumbra un poco más en las mañanas, la noche oscurece pero mi luz alumbra los
rostros de los que me rodean. Mi sonrisa no fingida contagia motivación, de
verdad estoy tranquila. Por momentos regresan los recuerdos, como un chubasco
en un día soleado, se sienten poco tiempo, ya no dejan daño. Sus mensajes
empiezan a llegar, los primeros algo cortos, me pregunto si se ha dado cuenta
ya que la mujer a la que le habla no lo sueña más. No sé qué pretende,
seguramente la amistad que un día me dijo no permitiría terminar, tal vez un
regreso o una segunda oportunidad, pobre hombre si piensa que lo que hizo se
puede perdonar. Su insistencia en verme me agobia, no entiendo si no comprende
que no lo quiero escuchar, que todo se encuentra dicho, que no hay nada que
alargar. Siento rabia ver que sus palabras aun me marcan, que me quedan
rondando como la traslación de los planetas por mi mente, como moscas las
espanto, parece que un oportunista tiene interés en ella entrar. La verdad es
que no me interesa salir con alguien, disfruto mi soledad, eso de decidir con
quién salgo hoy y con quien no es un privilegio, sin embargo me gustan sus
halagos, me puedo dejar coquetear, siempre he sabido manejar a los hombres y
dejar claro hasta donde los voy a dejar llegar. Cada mañana confirmo que
dejarlo atrás es la mejor decisión que he tomado, me aterra donde pudimos haber
llegado y no poder dar reversa entonces, perdí mi tiempo pero pudo ser más. Yo
tan comprometida y él tan en lo del. Cada día que pasa me siento más convencida
que todo fue una mentira, que una vez me tuvo se le olvido todo lo que
pregonaba amar. Se acerca mi cumpleaños y pretende darme un regalo, como
siempre busca comprar sentimientos con material superficial, es todo lo que
tiene para dar, no quiero nada, nada que venga de él. En el día de mi cumple
amanecí con flores de su parte, las que nunca me regaló en quince años juntos,
así lo dice en la tarjeta, un mensaje a media noche solo un esfuerzo leve y al
llegar a casa dos sorpresas más de su parte, la primera mi niña meneando sus
caderas ¡Está hermosa!, pienso dormir con ella; la segunda un mar, un mar de
recuerdos plasmados en las fotografías que imprimió, no es un regalo para este
día donde solo quiero disfrutar, no puedo dejar que me invada la nostalgia y
flaquee mi entereza. Tampoco quiero que en las imágenes que publique al mundo
aparezca alguno de sus regalos, no me ha comprado, no me ha demostrado nada
distinto, no merece la felicidad de un día, menos en este que es mi día. Quiero
que me acompañe mucha gente en la noche, viejos amigos, los amigos de siempre,
mis hermanos, todos el mundo si es posible, todos menos él. No sé si darle las
gracias, no quiero que piense que ha cambiado mi pensamiento con lo que ha
hecho, viene pronto por mi niña, a lo mejor aprovecho y se lo digo, así será
algo casual, casi por obligación. Después de verlo no sé qué pensar, me
mantengo en mi posición, pase la prueba de fuego, la confirmación de lo que lo
acontecido era lo correcto, estar separados lo mejor para los dos. No quiero
tropezar dos veces con la misma piedra, no permito volverme a equivocar porque
hay cosas que no se pueden negociar, él a esta mujer de ahora no volverá a
cambiar.” Mirada plana, voz firme, ningún punto de quiebre en su discurso, esta
mujer parece ya no ama a ese hombre sentado a su lado en el diván.
-“Caminaste descalza un par de metros, fue donde
encontraste los zapatos de grulla: resistentes, soportan uso y abuzo, no se
detienen, los llevas al colegio, al trabajo y de esas jornadas siempre salen
ilesos, sólidos para durar por mucho tiempo. Viste una salida y la tomaste,
sanaste lo que más dolía, lo demás lo sanaría el tiempo pensaras, ahora eres
firme, impenetrable, todoterreno para disfrutar el día, si te maltratan no te
caes, todo puedes derrumbar, nada lo hará contigo en este momento. Esto
significa tener puesto los zapatos de grulla, con los que ríes y disfrutas de
niño cuando nada te afecta, con los que trabajas duro el día entero y si los
dejas es por viejos. Ya te sientes tú, el mundo gira de nuevo en torno a ti.
Ahora él llora mientras tú callas. Pero continuemos, cuénteme caballero,
hagamos el mismo ejercicio con usted ¿Cuáles se pondría primero?” dice la
psicóloga.
El hombre con la boca abierta, la mirada en el
infinito como si en otro mundo su pensamiento se encontrara, tarda un poco en
dar su respuesta, los de grulla dice, nada más; los segundos pasan, el silencio
cubre el cuarto, toma la mano de su amada mientras dirige la mirada atónita a
sus pupilas dilatadas y habla:
- “¿Por qué no me habías dicho eso? Dime cómo
iba yo a saber que el tiempo que tuviste en tus pies unos zapatos, los otros yo
tenía puestos. Perdóname mi corazón”
Una sonrisa en el rostro que se desvanece de la
psicóloga mientras declara en voz declive a los oídos de la pareja perdida
entre una mutua mirada:
-“Con eso terminamos de momento, me alegra
haberlos ayudado. Nos vemos en la próxima…”
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