martes, 30 de septiembre de 2014

DILUVIO ETERNO

Una mañana mientras llovía
aparece el deseo de verla entre las sabanas.
La almohada evidencia mi agotada lujuria
testigo de la sobra que dejaba.
Un sueño efímero su mirada ardiente,
invierno en llamas que se apagan
en los charcos que sus ojos guardan.

Una tarde cuando llovía
el cristal del carro se nublaba,
labios carnosos que la piel contemplan
mi respiración agita / el temor en su mirada
prisa y ansias / temor y ganas.
El miedo se convierte en osadía
dos testigos de un recuerdo
ahora un karma de mi juego.

Una noche que llovía
la luz se esconde en su guarida,
una cama llama aquellas almas
excitación oculta / sus ganas en silencio
y una luz tenue que en el cuarto oscuro dibujaba
lo desconocido de dos cuerpos mientras aman.

Esta madrugaba cuando no llovía
la casa maldita y vacía de alegría,
el vaivén de esa cintura que se agita

es ya un pensamiento obsceno.
Las sombras delinean tu figura
y es esa presencia todo un riesgo,
poco de cordura sobre un filamento
la culpa censura mi locura
una puerta abierta es mi tormento.

Lluvia que ensordeces cuando caes
no me traigas su consuelo
solo devuélvela a mi cuerpo
gota a gota en un diluvio eterno.

MI PUNTO DE VISTA

El relato de una historia con dos protagonistas, son los mismos hechos pero distintas perspectivas, te presento aquí mi punto de vista.

Yo soy Juan, simple, a secas, solo Juan, tengo diez años, ahora me gusta pasar el día jugando en mi Super Nintendo, futbol descalzo en la banca de cemento afuera de mi casa, dar vueltas por el barrio en bicicleta con un icopor enredado entre las llantas, aventurarme a las orillas del rio, pasar el puente de la carrilera sin mirar el vacío, la casa del árbol que nunca tuvo casa, los patines en línea culpables de muchas burlas, las niñas aun no me preocupan. Tengo diez años repito, desde la fecha en la que los celebro faltan unos tres meses para dejar un año escolar atrás y de nuevo a la expectativa, la emoción de situaciones tan simples, tan llenas de alegría. La primera comprar los útiles escolares del siguiente año, escoger la caratula de mis próximos cuadernos, un portaminas, un nuevo morral; la segunda pensar en los compañeros que conocería cuando terminara la aventura de verano. La rectora nos comunica que quien asegurará el cupo para el próximo año de estudios lo incentivaban (de una manera poco convencional y bastante subliminal) plasmando su nombre completo, con ambos apellidos, al lado el grado al que pasaría, en una pared expuesta a la salida del colegio. En estos últimos días de quinto, a eso de la una, hora de salida, me gusta observar aquella pared que muchos nombres tiene en busca de quien entraría el próximo año, a quien iba a conocer, unas inexplicables ganas de adelantar el día en el que de nuevo vería a mis amigos, a los compañeros nuevos. Día normal, después de clases una parada en el muro (la primera red social que conocí), un nombre, el de una niña, grado escolar entre paréntesis (6) ¡sexto! no le daba forma humana a su nombre y apellido, la quiero conocer.

De nuevo yo, Juan, los mismos diez años y unos meses más de vida, mi primer día de clases: saludos, historias, risas, ninguna cara desconocida. “¿Qué paso con esta niña? Esa, la de apellido comestible” alzo hombros, ni idea, quien sabe que le pasaría.  Pasa un mes, sin punto aparte, un aviso el salón recibe: “muchachos entra una nueva compañerita”. Es ella, eso creo, corriendo hacia la puerta junto con otros entrometidos entre empujones asomo y observo tres caras pálidas, una de las dos niñas de cabello ondulado, el niño con cara tímida y la otra, a quien llamaré “Ella”, de pelo liso y corto con la sonrisa en sus ojos entreabiertos, como los de una chinita. Entra a clases, la presenta la rectora: “niños ella es su nueva compañera, preséntate…”, sabía que era ella, la niña de la pared, lo sabía.

“¡Juan! tienes que hacer de Romeo, improvisa algo, te figuro mijito” una profe me decía mientras a la idea me hago que el principal papel tengo, aunque Julieta (la de los ojitos chinos con el cabello ahora un poco más largo) no me gusta, pero soy Romeo, ¡qué más da! Estoy en séptimo grado, hoy se presenta una obra de teatro “Romeo y Julieta” y un personaje absurdo me había tocado, de no ser porque el que hacía de Romeo le dio miedo darle un besito a Julieta delante de todos. Como nada me sé de las frases del héroe, me figuró leer, ya el escenario lo manejo, cuantas veces no he dicho poesías, solito solo. Ya en la faena improvisaría un poco, Julieta impecable, se lo sabía todo. Pienso en que se ve muy bonita la verdad, ahora se viene el beso, de nuevo, me figuró. Me preocupa un poco que la chica de octavo que me gusta se enoje, pues ella no me besa, pero mantengo la esperanza de que pronto lo haga. Más cerca el esperado beso, era el final de la obra, aforo total en el patio del colegio, grandes y chicos en círculo a mi alrededor mientras sostengo a Julieta, tomo el veneno, ella ya está muerta, tiene el color de piel y todo, ¡qué buena actriz! (se debería dedicar a esto). Preparado para besar en 3, 2… miro su boca, está totalmente quieta, pienso: “¿si la beso le gustará?” Nunca hablamos de eso la verdad, a lo mejor y se enoja, mejor respeto y busco otra opción, que los labios algo los separe, no hay nada a mi alrededor, solo silencio, suspenso. Con una mano sostengo su cabeza, con la otra, nada, ¡esta es! Pongo mi mano en su boca y de seguido un beso sombre los nudillos. “NOOOOOOOOOOO” exclama el público en un grito ensordecedor, unánime y decepcionado de la mejor escena de la obra literaria de romance en la historia de la humanidad que yo acabo de ridiculizar, solo me rio y pienso: “Mierda, ahora que digo” miro a Julieta, esta reída pero en sus ojos tenía esa(que no sabes describir exactamente) expresión me hace sentir un bobo, le hubiera dado un beso, seguro otra sonrisa tendría (tal vez de pena, no imaginaba lo mucho que me iba a arrepentir de esto, pudo haber sido nuestro primer beso, como el de Romeo y Julieta: para la eternidad). Elegí cambiar la historia, a todos le dije que cuando justo iba a darle el beso ella la boca estiro, con el deseo que yo la besara. Muchas risas, su cara enfurecida: “¡Mentiroso!”, funcionó.

Un día entre semana, a eso de las cinco de la tarde, voy en mi bicicleta, acabo de salir de entrenar futbol en las canchas de la piscina semiolímpica, paso en frente del estadio de la ciudad y veo gente caminando raro, como cangrejos con espadas, o bueno algo parecido a una espada, veo una niña en licra y camiseta blanca de cuello redondo, no recuerdo haberme fijado en un par de piernas antes, en las piernas de alguna mujer, me detengo, miro bien, que lindas piernas y lo mejor era como se veía la parte en la que terminaban, de abajo hacia arriba digo, no sus pies; unos segundos más, busco su cara, ¡sorpresa! La niña de ojitos chinos, la del cabello que ya no era corto y ahora la de las piernas lindas.

Octavo grado, un buen grupo, ando con mi combo, “me siento súper bien, motivado y listo para dar la ronda” (dice una canción de reggaetón de la época). Mis intereses similares, videojuegos, futbol y ahora: niñas. Ella está súper linda, ¿será el encanto que encontré en sus piernas? Hay dos compañeras que me gustan, pero ella, ella me gusta no por lo que me gustan las demás, era raro. Mi decisión ahora, decirle lo que siento, que sea mi novia, seguro no es tan difícil hacerlo, tengo la confianza y poca timidez para lograrlo. Comienzo con bromas tontas, con piropos camuflados entre burlas. No están funcionando. Alguien más se fija en ella, otro compañero, ¡otra vez no! Por segunda oportunidad el galancito este se me quiere adelantar con alguien que me gusta y lo peor, las dos se llaman igual, hijue!·$%&. Dicho y hecho, el galán gano, el gordo perdió. Van pasando los días, ella me sigue gustando, pienso que ya es demasiado pero me cuesta evitarlo, me gusta su sonrisa, como se le ve la falda del uniforme, me encantan sus carcajadas, me vuelve loco su indiferencia, muero por sus piernas. Me enamoré… Mierda, ¿será amor? No la puedo dejar de ver. Pienso en buscar ayuda, su mejor amiga, me dice que la ignore, que a ella le gusta que la traten mal, eso voy a hacer. Hoy, la perfecta ocasión, me encuentro sentado detrás de ella con el que me la arrebato antes (no entiendo por qué), voy a decirle que es una boba, que eso pienso de ella, la voy a conquistar con eso. Mala idea, no le escribí solamente boba, me pasé, la hice llorar y me siento fatal. Yo no soy así, yo la quiero y de esa forma la voy a tratar, un presente, completa incondicionalidad, le voy a demostrar que de verdad me gusta. Tras varias ocasiones en las que algo le regale, llego el primer rechazo, una pulsera de plata que mi mamá  me dio cuando le dije que una niña me gustaba y que la quería conquistar, demostrarle lo que siento; ella la rechazo, la ira se apodera de mis movimientos, frustrado tuerzo la pulsera entre mis manos y luego la lanzo al techo más cercano, incrédulos los espectadores, en especial el mono, de mi falta de cordura (la impulsividad que me caracteriza en su estado más puro). La rabia de solo un día, con verla al siguiente todo olvido, soy un imbécil. Ahora no estoy solo enamorado, ya me veo desesperado por conquistarla, deje de hacer lo correcto y respetar hace un buen rato. Todavía en el mismo grado, octavo, 14 de febrero del año 2002 en la mañana, maquino un plan para robarle un beso, una artimaña de las más bajas, decirle que le tengo una sorpresa, que cierre los ojos y enseguida un beso sin esperarlo. Dicho y hecho, consigo ayuda, la mejor ayuda, de su confianza, ella le va a tapar los ojos mientras yo actuó, aprovecho un momento de distracción del salón, todos charlan, la alejo con mi cómplice, abro mi maletín y pido cierre sus ojos, nuestra celestina se los tapa y mi oportunidad en bandeja de plata, ella al principio muy seria, luego risueña, enseguida entre la prisa y la emoción el beso se lo zampo no en sus labios, sino en sus dientes, vaya primer beso… No se enojó demasiado, pero se nota que no le gustó. Aquel 14 de febrero para no olvidar. Octavo grado, con tan solo trece años me enamoré. Soy un precoz sentimental. Estos son tan solo unos pocos sucesos ocurridos en la mañana de mis días. Viene la tarde y con ella las ansias de verla, de escapar en moto a recogerla, de invitarla un helado, de robarle su tiempo, de no poder salir de casa sin pasar por la calle en la que vive, un policía acostado, creo que el que más veces he pasado por encima en mi vida, la esperanza de verla, de que pareciera un encuentro inesperado. A estas alturas del partido en muy poco tiempo no sé cuántas cartas le he escrito, los suspiros mientras la observo, no sé si fueron suficientes “te quiero”, estoy seguro son tantos como las veces en que un “no” salía de su boca. No entiendo por qué sucede esto, no soy el más atractivo, pensaba en que era un niño bueno, pero eso nunca gusta, gusta ser delgado, algo malo, algo que interese, para un hombre tierno mejor tener un peluche. Me auto diagnostiqué Alzheimer pasajero, la causa era ella, no entiendo cómo no me deja de hablar si prácticamente la acoso, pero ella siempre me sonríe, por qué diablos no lo deja de hacer… Recuerdo aquellas tardes en su cuarto cuando muchos pensamientos compartíamos, de ella nada olvido, todas sus palabras grabadas con tinta fina en mi frente amplia, para mencionar algunos en especial dos: en sexto cuando entró al colegio muchos niños le atraían, yo uno de su larga lista, no me importaba, eso me confortaba cada vez que la desilusión de un rechazo aparecía. El otro cuando soñamos niños un hogar de viejos, me dice que a mi lado se veía y que le agradaba. Como matar una ilusión si me dice esto, una promesa al aire: no importa cuánto tiempo pase, por ella esta y siete vidas más esperaré.

Llegaban las vacaciones de fin de año escolar, un espacio perfecto para olvidar, con trece años la calle me atrae, no verla todos los días lograba ocultarla de mi panorama.

Primer día de noveno, llego temprano al colegio como de costumbre, renovado, soy alguien nuevo, sonriente y con sucesos para contar a mis amigos en la mente. Llegan los primeros compañeros, llega ella entre ellos. El corazón pum-pum-pum-pum, electrocardiograma activo, a un buen ritmo, imagino que decirle ahora, como comportarme cuando ella observa. Que linda está, ahora era una niña popular, ya más compañeros la miraban, ya otras mujercitas, incluso las mujerviejas la envidiaban. Este va a ser un año prometedor. Segundo día, me levanto y en mi cabeza: “hoy voy a verla”. Tercer día, el mismo pensamiento. Cuarto, decimo, un mes, primer periodo académico, cerca diciembre, todavía el mismo deseo cada que despierto. No ha cambiado nada, sigo sintiendo lo mismo, impotencia, una angustia reprimida. Las cosas no se me están dando bien en este grado, tengo problemas de autoestima, el sudor moja mi camisa, el desodorante mancha las axilas de la camisa, aparece un mal olor que me angustia, no estoy bien, nada me sale bien, algunas niñas se burlan, escucho risas por detrás y siento todas son por mi problema, no es mi culpa, yo me baño a diario, la inseguridad aumenta y la autoestima más baja, esto es para querer la tierra escavar… Tardes de reuniones con mis compañeros, hoy vamos a una actividad de alfabetización en otro colegio, al finalizar vamos a casa de uno de ellos, jugar pico botella, me ilusiona lo que pueda pasar. Empieza el juego y esta el niño nuevo que se roba su mirada, turno para ellos, primer beso en mis narices, corto, bueno es un juego. Segundo turno, de nuevo para ellos, ¡que rabia!, sufre Juan, ahora es un beso más largo, sonrisas después de hacerlo, esto ya me está molestando. Después de un rato llega mi turno con ella, le daría un pico, ya todo se me olvida, me acerco, ella renuente, antes de poder besarla, termina el juego, mi mamá en la calle pita para que con ella me vaya, me siento fatal. ¡Que se acabe este año ya!, son más las cartas, son más las cargas, la ceguera, las ganas de no verla más son tantas como las de estar cerca de ella, de mantener en su casa, de hablarle, de llamarla, ahora soy algo como su mejor amigo, un infierno de mentira, oprimido y sin salida. Decidido, el próximo año no sigo más con esto, no aguanto más. Mi mente solo idea maneras de llegar a ella, busco sus amigas, a una profesora, que lastima doy, que arrastrado me muestro y lo poco que me importa, tan poco como me siento a su lado, no me la merezco, ella es perfecta. Su nombre y el mío escrito en todos mis cuadernos, sueños de un puberto (que buen título para un escrito).

Vacaciones, quiero olvidar lo que paso este año. Otro colegio me espera. Qué alivio siento, mi mente se despeja poco a poco, la veo de vez en cuando, soy fuerte y eso me ayuda.

Fin del bachillerato, fin del curso, pronto me gradúo. Pronto cada uno coge su camino, de este año escolar solo quiero mencionar dos recuerdos, el primero cuando me cuenta (por ser la mentira más grande que me he dicho: “su mejor amigo”) que le gusta alguien del mismo curso, de nuevo la resignación, aceptación y decepción. El segundo recuerdo: verlos juntos, la pareja del salón, dos locos perfectos el uno para el otro, dos personas que por momentos sentía odiar. Celos y envidia, ya que más da.

Me quiero ir, quiero escapar de esta realidad, renovarme en otro lugar, mi casa se encoge, la chica de mis sueños ni en ellos ya era mía.
Recuerdo tan solo una vez besarla porque ella lo quería, un premio de consolación a mi paciencia, mi constancia, el aguante, a la venda puesta cuando la miraba, en la poca razón que me gobierna cuando hablo, cuando pienso: porque esta ella todo el tiempo.

Tres años llevo ausente en otro país, a miles de kilómetros de distancia de sus encantos, de sus dientes blancos, de sus abrazos largos, de todo lo que me recordaba a ella. Algunas veces la he llamado, conservo la fotografía que alguna vez me regaló, donde aparecía con sus cejas gruesas, donde escribió lo que acordamos aquella vez en su casa: el 27 de octubre del año 2009 a las 4pm tendríamos una cita, nos veríamos en el tren de Chipichape para saber de nuestras vidas. No asistí a la cita, muy lejos me encuentro ahora.

De regreso a mi tierrita, ya no era el simple Juan, el mundo me arropaba con una realidad superficial, ya no escribo, ya no leo, ya no suspiro por nadie, ya no sufro por amor. Sin muchos deseos de verla, cualquier día que ocurriera estaría bien. La pienso muchas veces, siempre la llevo entre ceja y ceja, pero ahora en ocasiones sentía rabia. El día de mi cumpleaños, el primero cerca de mi familia aparece ella y mis dos más queridos amigos la acompañaban para acompañarme a celebrar otro año más de vida. Sobre los sentimientos de ese día una cadena los ata, intentado escapar pero ahora controlados, otros asuntos me importaban. Algo que imposible me parecía: su pureza, una felicidad infundada, agradecía que todavía la tuviera.

Hoy me informan de un reencuentro con los compañeros del colegio, ya en la noche es ella mi protagonista. ¡Que hermosa está! No entiendo como nunca la veía fea. Buena noche, nada en especial, aunque recuerdo cada detalle de su atuendo, pasemos al siguiente día. En la ciudad donde nos conocimos, estaba cerca en casa de su mejor amiga, oportunidad para verla. Salimos, charlamos, algunos abrazos, coquetería. ¡Dios Santísimo dime que no es mentiras! Por primera vez desde que la conozco esto pasa, no era ajena a mis halagos, su mirada todo lo decía. Me perdí, de regreso a octavo grado, las cadenas a los sentimientos sin candados, vi una puerta medio abierta, quería abrirla toda, por esa mujer me muero, por esa mujer todo lo daría. ¿Qué va a pasar ahora? No me suelo confundir con estas situaciones, siempre seguro de mi comportamiento, de nuevo el puberto conquistando, el simple Juan en escena, al asecho, a la espera de una oportunidad. Los siguientes días se resumen en una oración corta y literal: hoy si, mañana no. En una semana tal vez, no sé, seguro me dirá de nuevo que no, nadie sabía, ni siquiera ella, pero era la que decidía, mi decisión la tomé por allá hace mucho, ¿se aprovechó de eso? Ella me empujo al abismo de mi adolescencia luego lanzaba una cuerda, cuando cerca me sentía, ella la soltaba, no toda, pero me advertía. Pasamos un fin de semana de ensueño, paseo a un pueblo con mi leal amiga y su pareja, en un principio sin expectativas (mucha loción por si las moscas), sin saber lo que la noche me tenía preparado, al amor de mi vida, en su esencia más pura, para que viviera y sintiera lo que es agarrar un sueño, hacerlo realidad y no más fantasías. La noche juntos, bailamos delicioso, perdido en su sonrisa desde la pista hasta la cama en la que más tarde dormiría. Llega el momento esperado, ella sola, nada más que su respiración, oscuridad, siluetas, dando rienda suelta a los sentidos, su aroma me cubre, sus piel me eriza, su boca endulza la mía, besos extraños, solo placer sentía, todo lo daba, cada recuerdo, cada caída, cada carta la repetiría solo por ese momento, solo por tocar sus senos, solo por sentirla mía. Éxtasis, el sueño no podía con este clímax, en mi mente solo detener el tiempo, morir allí y vivir por siempre sin nada más que ella, que el sol no saliera, la vida entera la tenía entre mis brazos, respiraba de su aire, me alimentaba de sus besos, nada más pedía. El sueño en aquel lugar quedó, un recuerdo para siempre en mi mente: el día en que soñé despierto, como la primera vez en que creí tocar el cielo. Pronto todo terminó, ella como siempre tomo la decisión, una vez más un no, una vez más dolor, del amargo, esa palabra como ninguna otra me marcó (que ironía, me dice en estas fechas en las que escribo estas palabras que yo pretendo se haga todo en mis tiempos, cuando yo lo quiero). Las tardes en Kyna, las salidas de películas, ratos con amigos, el calor de su cuerpo en mi espalda sobre la moto, la noche en la rueda, la despedida de una amiga, todo para el recuerdo, ese baúl sin fondo y sin techo. Resignado nuevamente, llego de nuevo un cumpleaños, invitación de su parte, un lugar llamado Macondo (esperaba nunca fuera allí con otro hombre, una tonta y falsa expectativa). Primera vez en San Antonio, esa era ella, la de pocas palabras y lugares únicos. Cuando estuve minutos antes en su casa le pregunté si le afectaba el hecho de que con otra persona yo salía. Sus palabras como siempre cortas, no decía nada, siempre sonreía, para qué darme importancia, solo frases desconcertantes, que me impulsaban a tirar todo y de nuevo perseguir su sombra, a buscar tocar sus manos que no eran para un amigo, solo para su amado. Ese día me lo dedico a mí, me regaló su tiempo y atención, un gorro, un plato, un lugar, una canción. Fue genial (expresión de ella).

Pasa el tiempo, una nueva novia, es buena, pero no es mi anhelo. Todo el tiempo me encuentro convencido que un día más con otra mujer, era un día más lejos de ella. Las ganas de buscarla entre canciones y recuerdos no me abandonan, mi corazón es suyo, es difícil para esa persona que se encontraba a mi lado, seguro lo sabía, pero es algo con lo que doy por hecho cualquier otra distinta a ella padecería, padecerá. ¿Qué karma estoy pagando? No recuerdo abandonar alguien que me profesara un amor tan grande y que yo lo haya ignorado tanto.

Otro diciembre se asoma, de nuevo ella, la protagonista de esta novela, una salida, un rato alegre y al final un nuevo trago (ojala solo hubieran sido del café) amargo, ella espera pronto ver al amor de su vida sin comprender que a quien se lo decía todavía la aguardaba, había prometido esperarla toda su vida ¿Dolor? Ya me considero masoquista.

Finales de año, un “pico” de navidad apareció, una llamada pidiendo la sacara del lugar donde se encontraba con aquel amor de colegio, otra mujer lo acompañaba ¿Buscaría escapar? Nunca lo sabré, fue suficiente con desear mi compañía. Aquellos pensamientos no me perturban, no son muy altas mis expectativas esta vez, no se sufre sobre lo sufrido, no se olvida lo aprendido. Poco tiempo a mi lado cuento con tenerla, solo pienso en disfrutarlo, seguro que pronto se aburre, seguro un nuevo no de su boca saldría.

30 de diciembre del año 2012, celos malditos celos al ver un payaso sin saber lo que pretendía al buscar hablar solo con ella cuando se encuentra conmigo, pero bueno, no somos nada, que puedo decir; sin embargo ya no quiero callar nada, me decido y suelto el mismo cuento: “No me aguanto esta incomodidad de no saber que somos, planeaba pedirte mañana seas mi novia, pero esta situación lo merita”. Silencio, mirada al cielo perdida. Esta vez no fue un “no”, pero si algo así parecido.

El 2012 se fue hace unos minutos, 01 de enero (ese día mi vida cambio), 00:05 min, “¿Quieres ser mi novio?”… Todo lo que he escrito a mi cabeza: “no, no, no, no, no, no ¡dile que no!”. “Si quiero…” y lo que sucedió desde ese momento es historia para otro cuento, para otro día.

Hoy no me siento Juan, el simple Juan para ella, comencé a escribir a eso de las cinco, hace exactamente diez días fue su cumpleaños. ¿Por qué cuento esto? Porque ya no estamos juntos, este es mi punto de vista de lo que viví desde el año 1999 cuando la conocí, son hasta la fecha aproximadamente unos dos meses y quince años, al cual si le resto el tiempo en que una relación de amor nos unía, 589 días, son unos trece años, seis meses, 15 días de los cuales, aun dedicando el resto de mis días de insomnio, jamás terminaría de narrar historias juntos, las horas compartidas, las veces que la pensé, las veces que la soñé, las que imaginé estar juntos, en que las la quería odiar, en las que no podía dejarla de ignorar, en las que amé, de alguna forma u otra, distante y a centímetros, en mi mente o en mi vista, pero amé.

No podría sopesar en mis manos y dar un balance sosteniendo en una recuerdos tristes, en la otra los felices, fueron tantos e incontables los unos y los otros. No es una tragedia, tampoco una comedia, es solo una historia real para mí, es otra para ella. Razones para olvidarla muchas, pero las que me mantienen firme son más fuertes, son razones puras. Gratitud le debo, no por nada pienso en que hasta el final de mis días siempre será la mujer de mi vida, de mi espíritu cuando sea eterno.
La amé y no en pasado distante, estoy hablando de ayer, y ese día ya se fue, ya van 33 minutos transcurridos del 30 de septiembre de 2014, con poco tiempo para descansar, mañana todo continua y a ella con ganas de dejarla aquí atrapada entre estas letras, buscando sacar su hermoso cuerpo de mi cabeza para quizás, tan solo, algún día recogerla cuando su voz a mi corazón le diga: también te extraño, ahora escucha mi punto de vista.

Comentario personal: más personal que este relato un comentario nunca podrá ser. Por fuera de las líneas arriba escritas, quiero plasmar este sentimiento que me invade y es tal vez de impotencia y de saber que son mentiras. No quiero alardear por lo que he hecho por ella, no quiero que parezca prepotente e indignado pero pienso: muchas veces me sentí por debajo de su mirada, no digno para ser su amado, recuerdo que imaginaba el hombre que conquistaría su corazón sería tal vez un príncipe de esos de verdad, de esos que tienen clase y educación, de los que son atractivos por naturaleza, de los que su castillo se encuentra en un país lejano, de una cultura muy distinta, que la cautivara con la promesa de un sueño eterno a su lado, de ser ella su doncella. Tal vez no soy aquel príncipe, ni siquiera tal vez, soy un hombre tan alejado de esa realidad como la luna se encuentra del sol, sin embargo, aquí estoy al pie de cañón, de nuevo con la frente en alto, corrigiendo y enmendando con el perdón de Dios, aguardando su mirada, la verdad sigo esperando una disculpa, soportando su posición hasta que su ego se encuentre a tope y deje de buscar ser el centro de la miradas de otros hombres, cuando no solo tiene la mía, tiene mi alma, le regalé mi vida; sin embargo no soy ese soldado que se arrastraba en las trincheras buscando una salida, la que fuera, de amor o desencanto, buscando estar frio o caliente pero siempre me mantuve tibio. Por eso escribo estas palabras, por eso no descansa mi razón, porque no permito que sea ella quien decida el rumbo, porque ahora entiendo que el amor es una decisión, y así como a diario siempre elijo amarla, a diario puedo empezar a trabajar, no en olvidarla, pero si en no amar, no amar a Diana. Esa actitud desinteresada y un “ok, bye” ya no lo soporto, porque es o no es, porque ser o no ser si es la cuestión, porque ya no tengo quince años, porque no soy un desconocido, porque decir: gracias, lo mismo, discúlpame, que estés bien, cuídate, buena suerte, etc. cuesta tan poco, y si es muestras de cariño o de melancolía lo que se evita, esas palabras tan solo dicen lo que significan. Es ella la mejor mujer que he conocido, es ella la única que en mi vida merece cada segundo depositado, cada palabra escrita, cada noche en vela, cada día de mi vida. ¿Pero acaso no la merezco yo? El lugar que cada día sumergido en ella no me di, no por su culpa y sí por la mía, solo porque así lo permití, pienso dármelo ahora y si no es así, todo ese tiempo depositado que nunca pienso fue en vano lo vacío lo dejo libre para ella, la que sea el propósito de Dios en mi vida, para empezar de nuevo y sin exagerar una nueva historia.

“esto de no ser más / de terminarse
tiene algo de aventura o de presidio
del ocaso al acaso media un palmo
de la nada a la nada va una vida”

Como si nada – Mario Benedetti

lunes, 29 de septiembre de 2014

UN SUEÑO

Once de la noche, una cama ancha, una almohada blanda, mi cabeza sobre ella, mente en blanco... No tardo en caer en un profundo sueño.

Estoy en casa natal, escucho la voz de mi abuela llamar a mi mamá, había prisa en el tono, parece un paseo familiar. Por la puerta entran mis tíos y primos, confirmo lo que imaginaba, el entusiasmo me invade…

Lapsus mental... Una brecha sin importancia, no recuerdo exactamente el camino al lugar pero ya estamos aquí. Siento gente que me acompaña pero ahora no los identifico, sé que no estoy solo pero no veo a nadie. Me pierdo un poco en el lugar, es de película de fantasías, tal vez no pienso ahora, seguramente existen paisajes en el mundo mucho más impresionantes que este lugar. Un cielo infinito, con pocas nubes, azul profundo tanto como el mar; ahora lo espectacular: montañas que flotan en el aire, su silueta perfecta, el fondo azul permite ver la forma cónica de los trozos de tierra suspendidos, terminan todos en punta, su base plana, como el cucurucho de un helado. La superficie horizontal de las montaña invertida la invade un prado verde, pocas rocas, algunos arbustos con flores, ninguno con fruta, sin árboles; sorprendente pero aquí el sol no quema, hace un día iluminado, refrescante, solo siento paz acá. Mirada de 360 grados, observo un precipicio cerca, la orilla del plano donde me encuentro, quiero mirar abajo para comprobar si hay tierra normal, de la que no flota, mejor que sea agua por si caigo. Me acuesto en el prado y como soldado en guerra me arrastro con cuidado para no caer, pienso en tener la mayor parte de mi cuerpo en suelo firme (¿firme? Estoy flotando lo olvidaba) y solo mi cabeza asomo. El cuerpo de las montañas, su cono, desde lejos solo se percibe un color piedra, estoy curioso por saber si hay algo más; ya con mi cabeza afuera, con un por ciento (no sé qué porcentaje tenga mi cabeza sobre el resto de mi cuerpo, es una buena pregunta), de probabilidades de caer quien sabe a dónde, ahora me entero: primer vistazo, no sé que analizar primero, lo infinito si existiera… Perdido mi pensamiento en adrenalina solo veo azul ¡más azul! Esta vez era el mar, sereno, casi como un lago, pero por su color estoy seguro que es el mar, no conozco un lago tan grande en el que no se alcance a divisar tierra, distinta esta vez, la única forma sólida visible flota (que locura). Segundos en parpadear, otro vistazo a lo que me sostiene, sin mucha sorpresa esta vez solo color piedra, más claro: era todo de piedra, sin ramas ni flora, con grietas y cortes bruscos, con puntas y quiebres, tal y como lo son todas las demás piedras grandes, solo que esta termina en pico como la del diablo en Melgar. Con mis ojos de regreso al verde plano, no sé que ha pasado con las personas que me acompañan, un poco de angustia me invade ahora, una pizca de miedo al encontrarme solo de verdad en este desconocido y desconcertante panorama (¿Cómo diablos llegue aquí?), pocos metros de superficie, mucho espacio hacia arriba pero no sé volar, mucha agua abajo y aunque presumo de saber nadar el mar, me aterra tanto que moriría en el intento por lograr lo primero pensando en escapar de ese lugar.

Repaso de nuevo el lugar, ahora con más calma, no me gusta dejar escapar nada. Camino un poco hacia la montaña más próxima, aun así, ¡qué lejos está! Un puente largo, inmensamente largo las comunica, era de madera, de tablones amarrados con cuerdas, del mismo material están hechas las barandas, no hay que describirlo mucho, típico puente de película cuando el protagonista tiene que atravesar un vacío para vivir, no hay demás. En la misma situación me siento, no sé cómo ni por qué pero estoy seguro que del otro lado el resto de personas estarán. El puente no es nada recto, tampoco sostenido, en un principio cae hasta formar una barriga y allá muy lejos el último tramo en pendiente, no mucho, pero es una buena subida. (¡Dios mío!). Siempre he sido intrépido, me ha atrae el riesgo, pero esta vez estoy solo, ahora pienso que las veces en las que hago locuras siempre se encuentran otros (me gustaría que si algo pasa quedara evidencia de mi osadía).¡No sé qué hacer! (pensamiento en voz alta).

Leve regreso a la realidad, seguro estoy hablando dormido, cierro los ojos de nuevo... Tres, dos, uno, de regreso al puente. (Esto es algo que me pasa muy a menudo, volver al lugar creado en mis sueños cuando he despertado, regla principal: volver rápido, muy rápido; segundo: no hablar, si alguien fue quien te sacudió el sueño).

Siento algo extraño, ahora estoy acompañado, es él (alguien que a veces no quiero). Sin mencionar su nombre, me dice mientras observa mi cara de lapida:
-“Yo ya pasé y regresé, vamos juntos”. Mudo, sin saber que decir, sin poder tan siquiera balbucear un no, repaso en pocos segundos mis sentimientos por él. ¿En verdad no lo quería? En ocasiones toma bastantes segundos responder preguntas tan sencillas, pienso solamente en las veces en que tanto esperé esa mano extendida, una sonrisa hasta fingida, un hola, un buenos días, un alago, un reconocimiento, un día de su vida, un regalo, un abrazo de bienvenida, tan solo un amigo, nada de eso cuesta, que ironía. Nunca guardo resentimientos, no acostumbro dejar recuerdos amargos en mi vida, pero lo que describo fue hace mucho, fue cuando de niño lo sentía. Eso se queda. Vienen paulatinamente más pensamientos mudos: (Dios mío, no sé porque no te los llevas, llévatelos ahora que atravesar este puente me aterra) rabia, celos, resentimiento, frente a este puente no me sirven de nada, no sé qué pasa con el imbécil, su mano sigue extendida, no sé cuánto tiempo me había tomado en repasar lo que siento. Sigo aquí parado en silencio, este resentimiento no me ayuda para nada, no me deja atravesar el puente de su mano. Cierro los ojos, respiro lento, un recuerdo viene despacito: una sonrisa y hasta carcajadas, eran las maldades que me hacía cuando estaba pequeño, tronaba mis orejas con sus dedos y me dolía, ¡cómo me dolía!, pero me quede con esas risas; otro en escena: en el carro, escuchando Nino Bravo, Willie Colon y Michael Jackson, ¡lo máximo!, la serenidad viene poco a poco a sorbos; pensamientos vagos, no recuerdo ver la mujer que más amo llorando por un golpe, levantando platos rotos, ni tan siquiera una grosería… Vamos bien. Mas seres queridos, esta vez son tres, como los quiero, ahora sin hechos y lugares concretos, solo sus sonrisas, cuando estamos todos juntos, ella y él también, que bien se siente estar tranquilo, nada falta, me divertía, se divertían, felicidad en pequeñas dosis de dientes con labios en forma de arco, como la luna nueva acostada mirando las estrellas parpadeando. Sentimientos de gratitud y comprensión me inundan, él era un sujeto con suerte, en la vida nada se le puso fácil, de momentos amargos, de muy poco amor recibido comparado con el que entrega a diario, a su manera pero incondicional, lo juzgo por su actitud olvidando lo que él vivió, sin embargo no es excusa, lo pudo hacer mejor.

Aferrado ahora de la apreciación y gratitud por sus esfuerzos me cuesta decidir agarrar su mano, pero un brazo extendido así por tanto rato, tan solo esperando, tan solo por mí, merece una oportunidad, pensamiento en voz baja: solo no me dejes caer esta vez ¡cabezón! Sé que al agarrar su mano lo sabría todo, sin necesidad de hablar, agarre su mano, me sumerjo en el viento que sopla con la brisa del mar, mente en blanco, azul arriba, azul abajo, una superficie que tambalea, un camino largo, un pequeño descenso, una ardua subida, el miedo de caer, la fe en sostener su mano, la esperanza de llegar al otro lado ¿el fin del altercado? Desperté...

Comentario personal: no sé cuál pensamiento empezar a describir, tantas cosas vienen juntas cuando remueves tus recuerdos, revives sentimientos. Hace tanta falta el silencio, el estar solo y meditar, aclarar el pensamiento y razonar, todo lo anterior para liberar a través de la palabra, compartir con alguien un poco de tu ser, depositar en otro un recuerdo para no olvidar, seguro nunca te olvidará. La rutina y las responsabilidades del día te absorben en un pensamiento automatizado, en una reflexión superficial, no te dejan tocar el fondo de la realidad. Me encuentro convencido en que si expresara sentimientos arraigados más a menudo, historias y sentimientos del pasado, no desgarrarían las canciones viejas, no te detendría algo que ya paso y sigues arrastrando con un pie, como un niño pateando una piedra en el camino. Sigo sin poder escuchar “Mi querido viejo”, ¡que dolor!, espero me preguntes tu lector por qué. Por otra parte de lo anterior puedo reflexionar y concluir que son los sentimientos de plenitud más fuertes que los de dolor, que en los primeros encuentras fuerzas para dar un paso adelante, que en los segundos vas en dirección contraria, para atrás, o acaso cuando estas frente a un puente sostenido por una cuerda, qué es lo que te permite saltar, ¿la valentía o el temor? Por lo anterior sigo firme en mi convicción de no aferrarme a lo que me ata, estoy seguro con el amor poder volar. Tercero, somos todos tan distintos, únicos e inigualables, con un cristal distinto en nuestros ojos, ese cristal que se forja a través de la experiencia, de lo vivido, de cada segundo transcurrido día a día; es verdad, existen todo tipo de bondades y maldades, es el bien y la maldad los que se disputan el caer de la balanza a su favor, sin embargo, todo tiene un origen, pero no todo una respuesta, nada pasa porque sí y nuestra vida es un plan perfecto, nadie viene al mundo sin pasar desapercibido, algunos para muchos, otros para pocos, pero siempre lo será para alguno. Por esta razón, la eterna duda y curiosidad de no saber qué pasará mañana con nosotros, me lleva a la decisión de jamás juzgar, de no señalar si no soy quien para ejemplificar, si lo que digo es para destruir y no para construir, si mis palabras no incluyen amor, porque amar no es un sentimiento, es una decisión. Por último y más importante quiero dejar aquí lo que ahora comprendo, lo que ahora asemejo con ese sueño y es a Jesús, esa mano extendida siempre para mí, que se encuentra siempre allí y nunca quise ver, cuando la veía ignoré, cuando la busque abandoné, ahora que la toco, que no la veo pero la siento cerca, es de lo que me debo aferrar para cruzar, tener fe en que no me dejará caer, en que me acompañará cuando la vida se ponga fácil y seguirá estando allí cuando las piernas pesen y el camino tambalee, cuando tengas todo a cuestas esa mano te estará ayudando a caminar. Con la compañía de Dios, de las personas que ha puesto Él a tu alrededor tal vez la vida no será más fácil, pero no tendrás que cargar con todo solo, no te dejará caer.

EL CAMINO DE UN GRAN SAPO

En el inmenso verde valle se divisa el río Marajena, donde habita la familia Neptuno, descendencia del gran sapo Nes, el ancestro que llego a las aguas de esta planicie medio siglo atrás traía consigo en su gigante buche cantidad de larvas, pequeños renacuajos para los que buscaba un hogar, formar su comunidad, un linaje de los sapos que venían de donde nacía el río, aquel lugar de donde partió.

Ahora son otros tiempos, la comunidad es gigante, los sapos reinan estas aguas, el legado y los principios del gran Nes se mantenían, pocas historias, solo esta se conoce, la de un sapo que emigro del estanque. Un pequeño de nombre Nestú, llamado así en honor a su antecesor, cumplía 16 años junto con treinta hermanos más. Sin embargo este pequeñín no paseaba donde lo hacían los demás, no lo llena solo nadar, él quiere saltar, buscaba escapar con rumbo al lugar donde los grandes sapos nacían. En su rutina matutina suele ir a la orilla más lejana del rio, allí siempre estaría solo, intentar un salto, lo que soñaba de noche y alucinaba de día.
De su conocimiento eran los peligros que asumía en aquel reto, en el intento por lograr su meta, la tarea que debería realizar para su cometido: saltar y tan solo saltar. Pobre sapo, su especie no lo hacía, solo danza en el agua, en la arena se arrastraba y en las piedras siempre encuentra el final de su travesía.

Era terco, es un renacuajo todavía, convencido en que de alguna manera el gran Nes lo pudo, alguna hazaña, algún truco. Ese sueño lo gobierna, al idealizarlo su corazón latía, apuesta en ese anhelo el resto de su vida. Aferrado al sentimiento, un día este pequeño mientras el cielo repasaba, una sombra lo cubrió sin poder ver nada, el sol sobre sus pupilas… Zassss! Un sonido tan fugaz como lo que se tardó un alado en tomar de la patas a este renacuajo, que nunca saltó pero ahora voló. Tres segundos tardó Nestú en entender lo que sucedía, hacia su muerte, sin despedirse de la gallada, sin que nadie supiera lo que le pasaría. Miedo, dolor en sus patas, angustia por sus hermanos, por la familia que ya no vería, bendito el pensamiento este que ahora logra acercarlo al lugar que anhelaba, pero morir eso no lo tenía apuntado para este día.

Diez minutos en el aire, solo arboles observaba en el plano y el rio, que poco se asomaba, pero nuca lo perdía de vista. Aceptando entonces su partida, lloró y un suspiro por el sueño que no alcanzó, su deseo ya no es el objeto del destino, ya era simple alimento para el inoportuno alado. Entonces un inesperado viento, una fuerte sacudida al águila confundida, el depredador su presa perdió en el vacío, el sapo en caída libre sorprendido, la montaña donde adentro nada se observaba, del interior del su espeso bosque muy poco se sabía.

-“¡Perfecto!” Pensaba con sarcasmo el sapo, ahora no será comida, ahora sobre una piedra quedará una piel muy fría. ¡Plas! Era de agua su colchón, clara y limpia como su cara cuando del estanque salía, increíble, este pequeño no imagina lo que le pasaría, cuando un sapo llega al lugar donde el río Marajena nacía, el templo donde los valientes sapos caen un día y cuando todo lo importante aprenden, el héroe de una nueva comunidad al mundo partiría.


Comentario personal: Cuando en tu vida desees algo con fervor y convicción no abandones nunca tu objetivo, no pierdas la fe aunque la situación apreté, es allí donde se encuentra el verdadero reto, donde más firme tu convicción con Dios debe estar, porque solo Él conoce tu corazón y tus anhelos, porque tiene un camino para ti y es perfecto.


Esta foto fue tomada en la ciudad de Leticia (Amazonas colombiano), esta miniatura nunca se inmuto con mi presencia fotográfica.

domingo, 28 de septiembre de 2014

ANTES DE EMPEZAR

Es la vida un escenario en el que a diario se presentan situaciones donde cada persona según la percepción forjada en su cabeza a través de las experiencias y acontecimientos acaecidos razona para expresar por medio del lenguaje con sus infinitos instrumentos de comunicación su reflexión más personal. Las incalculables preguntas en el universo del imaginario de la mente humana, donde todo y nada ocurre, libre de ataduras para recrear paisajes, mundos, planetas y galaxias enteras, una persona nunca antes vista, seres extraterrestres, lenguas, millones de formas, son acontecimientos que muchas veces existen y mueren en la memoria, por qué entonces no contar un poquito con tus palabras y en tu idioma lo que de tu conciencia aflora. Cuando se conecta el alma y la razón saltan chispas de creación con un solo límite: hasta donde cada uno decida contar.

Mi intención con las palabras es expresar eso que aprecia mis sentidos, en las siguientes páginas se encuentra una pequeña introducción a la realidad de un hombre, del yo como individuo intelectual que hace parte de una época, un espacio de tiempo, una ubicación terrenal, rodeado de personas agrupadas en círculos con situaciones en común que entrelazan las unas con las otras, trazando una infinita línea continua donde los que participan de ella redactan y dirigen el rumbo de una realidad llamada vida; al imaginario de mi pensamiento inspirado en acontecimientos personales que son la base de mi razón y sentimiento. Son cuentos cortos, historias y relatos, donde busco de la manera más precisa describir pensamientos concisos que trasporten al lector a esos lugares donde mi imaginación alguna vez llegó.

La decisión de escribir nace exactamente un 28 de septiembre de 2014, día domingo en la ciudad de Cali, en horas de la tarde cuando el sol ya se escondía, entre platicas con un buen amigo sobre Dios, acerca del propósito de nuestras vidas, mientras en silencio recordaba los pensamientos y las historias que un día deje de compartir con la mujer que amo. Contradictorio con lo anterior un poco, deseo que la melancolía pase pronto y encontrar la musa en otra cosa, despertar deprisa de este incesable sueño.

Sin fecha de entrega, sin apuros por terminar retengo cada pensamiento, sentimiento, historia y cuento rebosados de verdad, adornados con fantasía. Tal vez entregue algo de este material en una esperada cita. Y así poco a poco enriquecerlo de los pensamientos que a diario inundan mi cabeza, dejar un legado sencillo, una historia para contar a mi descendencia, poder narrarlas mientras estoy y que las añoren cuando no.

La razón de llamar este borrador “Cuentos, relatos y poesías para ti” es sencilla: sin mencionar una persona particular, porque es para ti Dios, para ti mi amor, para ti mamá, para ti amigo, para ti hijo(a) mío.

Lamento la tardanza, cada escrito contiene fecha y hora con el único fin de quien me conoce se haga una idea del momento físico-sentimental en el que me encontraba, comprender la motivación de mis palabras, dejar una evidencia de la conexión creada entre mente, cuerpo y corazón.

No pretendo una publicación formal de la presente, por ende saltándome protocolos y procedimientos de escritura agradezco a Dios por mi vida, por la de mi familia, por la de mi mujer amada, por la de mis pequeños seres, por la de mis amigos y todas las personas que para bien o para enseñar algo, Él ha colocado en mi camino; por la inspiración en la belleza de una mujer, por el ejemplo de mi madre, por la amistad de mis hermanos, por la compañía de mis amigos, por tu amor Jesús que es infinito.

¿Habrá un día en que la vida no merezca ser pensada de nuevo?

“También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozara vuestro corazón, y nadie os quitara vuestro gozo” San Juan 16 – 22